viernes, 22 de marzo de 2013

Pizzas Baco

Contrario a lo que se pueda pensar, ser crítico de pizzas no es un trabajo fácil. Son dos cosas las que complican la labor del catador periodístico: la primera es que hay que comer muchas pizzas en busca de la mejor, lo que conlleva a importantes complicaciones de salud, por eso ninguno de nosotros vive más allá de los 35 años, pues morimos de infartos, diabetes u obstrucciones rectales. La segunda es que incluso la pizza más fea está buena, lo que exige un paladar en estricto mamón.

Sin embargo, hoy viernes puedo decir que cumplí con mi misión en la vida, al identificar las que probablemente sean las pizzas más chafas de la ciudad, las cuales pueden matarte de un ataque de colesterol a la segunda rebanada.

Dejando a un lado el hecho de que el que las hace es el mismo güey que te pasa la carta, te toma el pedido y cobra la cuenta, las Pizzas Baco, ubicadas en Chapultepec y Francisco de Garay, en la Doctores, son un suicidio culinario. Jamás en mi vida había visto comida con tanta grasa escurriendo en el plato al llevar un trozo a la boca. Pareciera que si las frotas contra la pared, ésta podría transparentarse, como aquel capítulo de Los Simpson en el que Homero engorda.

El lugar es nuevo, tiene buena música, la decoración está “locochona” (lo que sea que eso signifique), sirven chelas grandotas, cocinan en horno de piedra y con ingredientes frescos, pero si no le bajan de aceite a su masa, tronarán en un par de meses o menos y matarán a alguien.

¡Provecho!

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