jueves, 22 de noviembre de 2012

Mucho pinchi gringo

Hay gente que ve Dragon Ball Z y ya se siente sayayín. Otros que se las dan de europeos porque conducen un coche alemán que se fabrica en Puebla. Unos más creen que porque viven en la colonia Buenos Aires ya son descendientes de argentinos. Pero los peores son aquellos que creen que ya pueden celebrar el Día de acción de gracias sólo porque lo festejan en todas las películas gringas que compran piratas en los tianguis y salidas del Metro.

¡Güey! O sea, ayer me invitaron a comer pavo y a dar gracias por las cosas buenas que me han pasado en el año y de las que ahora puedo disfrutar. Obviamente los mandé a la súper reata, pues no sabía que había tantos gringos en Tlalnepantla tan tradicionalistas como para exportar sus costumbres a nuestro país.

¿Qué tiene de malo agradecer las cosas buenas de la vida?, me preguntaron al ver que puse mi jeta. No tiene nada de malo hacerlo, pero si se toma en cuenta que esa celebración surgió (según ese capítulo de los Animaniacs que recuerdo) cuando los primeros colonizadores estaban a punto de morirse de hambre en el nuevo continente y los nativos les hicieron el paro con un pavito, con el que se hermanaron antes de que los primeros exterminaran a los segundos, resulta una mamada.

Al final sí me aventé mi tortota de pechuga de pavo con rajas, pero no agradecí ni madres porque, fiel a mi costumbre mexicana, considero todo extranjerismo una amenaza a mi fe católica, y más cuando en realidad no tengo nada que agradecer.

¡Cha!

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