lunes, 25 de junio de 2012

Secreto teatral

No sé cómo pasó, pero al tomar conciencia de mí mismo, me encontraba chupando con José Luis Cordero, mejor conocido como Pocholo, personaje que se hiciera famoso gracias a la serie de Papá soltero (si usted lo recuerda, es porque es un maldito anciano).

Recargado de espaldas en una pared en la que seguramente no debía apoyar la planta de mi zapato, a juzgar por el mural de David Alfaro Siqueiros plasmado en él, observaba con mi vaso de mezcal con chesco de toronja en la mano la forma más rápida de bajarle la morra de caderas generosas a aquel que en la ficción fuera el portero del edificio de César Costa. ¡Ay güey!

Justo cuando iba a tirarle mi frase aflojatodo, una mirada de atrajo del otro lado del vestíbulo, con un magnetismo casi gravitacional, que no pude evitar dejarme conducir por ese par de luceros color miel, que desparramaban dulzura al punto del diabetismo, que eran sus ojos.

No sé si eran los 14 tragos de neutle y tlapehue que ya traía entre pecho, espalda y madre, pero me cautivó esa geometría animal, que ahora sé que responde al nombre de Estefanía Villarreal, a quien antes sólo ubicaba con el indicativo de La gorda de Rebelde.

¡Qué buenas son las pedas en los estrenos teatrales! Con razón tan buenas salen las reseñas.

¡Salud!

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