miércoles, 20 de junio de 2012

Gerontofilia perredista

Cada vez estoy más convencido de que Marcelo Ebrard, jefe de Gobierno del Distrito Federal, tiene alguna fijación o perversión con los viejitos. Llámese gerontofilia o rucomanía, pero el hecho de bautizar a los trenes de la Línea 12 del Metro con los nombres de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, Rosario Ibarra de Piedra y ahora Elena Poniatowska, sólo denota sus ganas reprimidas de montársele a alguno de esos personajes de la política mexicana.

De otra forma, no se explicaría por qué ese ánimo de ponerle sus nombres a los trenes de la nueva. ¿Qué sentido tiene? ¿Hacerles un homenaje? ¡No creo!, pues esas tres personas no utilizan el Metro, ya que los tres son archi-requete-recotra-putri-millonarios. O sea, la anciana de Poniatowska viaja en un cochesote con chofer y vive en una privada muy lujosa al sur de la ciudad. Mientras que la otra, todavía más arcaica, es senadora y se embolsa más de 100 mil lanas al mes, sin contar con los gastos de sus lacayos, que los tiene por montones, cortesía de usted, querido contribuyente.

Y el don, bueno, ese es como el Yoda de los perredistas, así que debe tener una bóveda llena de centenarios (su edad) en la que nada como Rico McPato, así que no creo que algún día vea su nombre grabado al frente de la cabina del operador del tren, mientras espera en el andén a que llegue el transporte que lo llevará a San Lorenzo Tezonco.

El próximo homenajeado será el doctor Mario Molina, el mexicano ganador del Premio Nobel de química, que también está, como diría Bob Dylan, tocando las puertas del cielo, y ha de tener el resto de lana, aunque ese sí, con muchos más méritos que los antes mencionados.

¡Chá!

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