miércoles, 16 de mayo de 2012

Adiós al maestro (pfff)

Ahora resulta que todo el mundo leyó a Carlos Fuentes, que todos lamentan su muerte y que la humanidad entera considera que su deceso es una gran pérdida para las letras en Iberoamérica. ¡Ay-no-mamen!

Carlos fuentes era un escritor sobrevalorado, famoso más por su activismo político que por sus letras, cuyo máximo mérito es haber hecho enojar al ex secretario del Trabajo, Carlos Abascal, por un fragmento ligeramente subido de tono de su libro Aura, texto que era leído en las preparatorias, precisamente es el más citado y referenciado por el público en general, únicamente por ese escandalito.

Era tan choteado y tan lugar común que hasta Enrique Peña Nieto lo llegó a citar (mal, porque lo confundió con Enrique Krauze) con aquella cosa sin pies ni cabeza que se llamaba La silla del águila, novela epistolar que describe las pugnas por la Presidencia de la República, escrita de tal forma que pareciera que los diálogos los inventó un niño muy mamón jugando con sus muñecos.

De sus obras más representativas, La muerte de Artemio Cruz y La región más transparente, se dice que son fusiles descarados de Mientras agonizo de William Faulkner y The Manhattan transfer de John Dos Passos, respectivamente.

De aquellas plumas sobrevaluadas, se fue Monsiváis, ahora Fuentes y ya sólo falta Elena Poniatowska, que el sábado cumple 80… ¡a ver si llega! 

¡Uts!

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