martes, 17 de abril de 2012

Una pasión darketa

Si no fuera porque tenía la mitad de la cabeza rapada, un piercing en la nariz con una cadena que se conectaba con otro igual pero en la oreja, además de ojos con pupilentes blancos y un punto negro, sin mencionar el tatuaje en el cuello y el novio de dos y medio metros con implantes en los colmillos y unas botas que podrían abrirme un segundo ano de una patada en las nalgas, a la morra que me encontré antier en la Condesa sí le andaba yo poniendo casa.

Delgadita, caderona, bustona, de finos rasgos faciales, estatura indefinida a causa de unos tacones de prostituta sadomasoquista y una sonrisa que hasta podría levantar la campaña de Josefina Vázquez Mota, la chica era parte de una invasión de chicos darkis en la Condesa, en donde se presentaba el grupo punk Misfits… ¡Aiwey!

Luego de rolar un rato alrededor suyo como buitre, pude entablar una conversación con ella, ayudado de una playera de 50 varos que compré afuera del toquín, cuyo olor a vómito de tres días venía incluido en el precio.

Resultó que la darketita era más noble que un gas de los que aparecen en la primera columna de la tabla periódica o que un pedo con una dieta a base de puras frutas y que la apariencia es una forma de expresar el enojo que no puede externar de otras formas, lo cual sólo indica que las inadaptadas son la salida perfecta para cuando nadie más afloja.

¡Uts!

No hay comentarios.: