lunes, 22 de marzo de 2010

Teotihuanacos

Mi labor como el peor reportero del mundo me llevó a Teotihuacán, Estado de México, a ver y reportar cómo una bola de nacos atiborraba lo que algún día fue un lugar sagrado para repetir un acto sin ningún fundamento científico o lógico: cargarse de energía con el sol arriba de una pirámide.

Para empezar los teotihuacanos ni hacían esa mamada, o por lo menos no hay registro de eso, ya que, al igual que en muchas otras cosas más, se desconoce por completo qué pedo con su vida porque fue una civilización que ni adiós dijo. O sea que eso de ir a alzar las manos como menso el 21 de marzo es algo que inventó alguien sin quehacer hace poco tiempo.

Una vez estando allá la cosa se pone peor porque va un resto de gente; la carretera se satura, no hay dónde estacionarse, dejan basura por todos lados y la comida es mala. Por eso se tiene que armar todo un operativo para que los ñeros no se salgan de control, así que dondequiera hay agentes de la Policía Federal con metralletas esperando al primer güey que se pase de lanza para meterle unos plomazos.

Ahora bien, cargarse de energía solar es una cosa muy diferente a la de quemarse con el sol y terminar con piel de acapulqueño de color rojo langosta con chile, porque invariablemente hay que llevar bloqueador del mil para no sufrir los estragos de una sobreexposición ultravioleta, porque uno va a eso ¿no?

Otra cosa en contra es que adentro no venden comida ni bebidas, eso sumado al calor infernal, convierten el acto en un suicidio masivo, además de que hay gente que encima le entra a los bailes que organizan aquellos que se creen descendientes directos de Moctezuma, quienes prenden incienso y tocan tamborcitos como si deveras supieran qué demonios hacen. Pinches prehispánicos, muy astrónomos pero ni la rueda habían inventado los güeyes (diría el maestro Zurita).

Para acabarla de amolar, subir a la mentada pirámide del sol es todo un show, debido a que hay que hacer una cola como de tres kilómetros para estar 10 minutos allá arriba. No conforme con eso, la bajada es aún peor porque los escalones son altos y cortitos, señal de que los teotihuacanos o eran imbéciles o calzaban chico, así que agüebo alguien se tiene que poner en la madre y caerse por una escalera de piedra picuda.

Lo único rescatable de todo es que es gratis (nomás faltaba que cobraran), porque ni siquiera el acto convoca buena nalga, tampoco la extranjera, que sí acude mucha.

1 comentario:

Adf dijo...

Y van de blanco, el color más reflejante. Listos los muchachos...