Ni con drogas

Hay varias cosas de las que me he dado cuenta en los últimos días, principalmente dos que me tienen en un nivel de fascinación que no se alcanza ni con drogas.

La primera es que la secuestradora francesa Florence Cassez sí aguanta. O sea, no es acá la nalga del milenio, pero dos que tres palos bien dados sí se los aventaba sin ningún pedo.

La méndiga-perra-delincuenta-jijadelachingada tiene varias cosas a su favor: es güerillaojoazul, lo cual a los ñeros como yo nos prende malpedo; no es la típica reclusa de Santa Martha obesa y con cara de flatulencia de palomitas con chile, sino que es delgadita, con nariz recta, ceja breve, sonrisita, es decir, si la vieja se produce un poquito, sale un marmotón de miedo (véase marmota).

Ahora bien, lo más importante de todo es que está en la cárcel. Explico: algo tienen las viejas cuando están encerradas que como que se antojan más. Es el sentimiento de acorralamiento, supongo. El chiste es que al momento de verlas entambadas y sumisas, como que se desarrolla el sentimiento de sometimiento, es decir, te dan ganas de decirle “oralehijadelachingada póngase en cuatro junto a la reja” y ¡tácatelas!... le das sus llegues.

Perversiones y pendejadas mías.

La otra es un ataque de autoestima que le llegó recientemente derivado de una cagada de uno(a) de los compañeros que me hizo ver que, al chile, yo soy el más reata… sigo siendo el más reata a mi alrededor.

En algún momento pensé que había encontrado mi nivel en la vida, uno muy mediocre y piñata por cierto, del cual ya no aspiraba a pasar. Pero nel, una vez analizada la situación me di cuenta de que, al chile, me la pelan. Porque para hacer lo que hago actualmente no me esfuerzo en lo más mínimo, es más, tengo tiempo hasta para escribir estas mamadas de líneas. Y hacer más cosas y diferentes nunca se me ha complicado, entonces bien. Sigo rifando y bien mamón.

Una vez aclarado lo anterior, un video chaqueto cortesía de mi amiguito Marco: