El garabato
Calificación: Caca
Iba en el pesero rumbo al cine, muy acá muy chicles, cuando de repente una chaparrita guapona de camisa roja y jeans pegaditos se me sienta al lado arrimándome sus tremendas y apetecibles nalgotas a mi pierna derecha, a lo que reaccioné con un escalifrío hormonal abstrayéndome a mi lectura y música para contemplar mejor aquel ejemplar de magna sexualidad que se se había apoltronado junto a mí. Aspiré profundamente para inhalar ese aroma a mujer mal amada, en eso ella se voltea con su amiga que venía en el asiento de atrás y le dice en voz alta "tengo ganas de hacer de la chis güey". Ahí pude escuchar claramente el efecto de un disco de vinil rayándose en mi mente, así que decidí retomar mis actividades para olvidarme de aquella apetecible gatona.
Rumbo a la taquilla del cine olvidé qué diablos era lo que yo quería ver, sólo recuerdo que el título de la película me recordaba a un Jarrito de piña con unos triquitraques, no sé por qué, igual y así se llamaba la cochinada esa, porque de que eso era una porquería no había duda. Al llegar pude constatar que hay gente que de plano está muy cabrona, porque una señora preguntó si había permanencia voluntaria... ¡permanencia voluntaria güey!, la última permanencia voluntaria que puedo recordar era en Las Tortugas Ninja 1, y de eso ya llovió. Luego, unos chavos preguntaron si había dos por uno... ¡dos por uno güey!, eso se abolió desde el siglo pasado creo.
Bueno ya, que empieza la película y que me doy cuenta de que sin querer queriendo me había metido a ver una bien porno, chichis, nalgas y hasta testículos había por todas partes y a cada rato, hasta a Mariana Ávila que siempre la hace de nieña buena le vi todo, y qué buenas gomas se carga la muy maldita, es de esas que se ven mejor sin ropa que con ella aunque se vistan bien. Una película escrita por Vicente Leñero, basada en una de sus novelas, en la que se autohomenajea todo el tiempo poniendo por todas partes tomas con libros suyos, ¿cuándo en un chingado Sanborns van a encontrar "El evangelio de Lucas Gavilán"?, además de muchas secuencias risibles en las que corretean a un güey por varias estaciones del metro pero jamás salen de la estación Jamaica, un partido político con un logotipo más feo que el de aquel PSD que postuló a Marcelo Ebrard a jefe de gobierno hace 7 años. En eso que me habla por teléfono mi cuate el Paco para preguntarme si había perdido el Real Madrid en la Copa del Rey, y al contestar qué estaba viendo acerté respondiendo de manera sintética "aquí en una porquería que se llama El Garabato". Cuando colgué la llamada y mirar al frente, la parejita en frente mío ya estaba fajando alegremente, pero lo que se dice un verdadero faje; con chichi de fuera y manita dentro del pantalón con movimientos horizontales repetitivos, por lo que tuve a bien ponerle más atención a la estupidez de la pantalla. Al salir de aquel martirio una vez que hubo terminado, un baboso de esos que se cren muy intelectaules, con morralito mamón y saquito muy formal con tenis y mezclilla me rebasa diciéndole a su vieja "la trama de la película se resuelve a los 15 minutos", y me me pregunté "¿cuál trama caun'?".
En fin, la película se llamó El Garabato y está del nabo, así que preferí contarles otra cosa... que también estuvo de la riata, pero para aquellos que quieran leer un análisis más profundo de ésta, chequen mi columna Cineuronas de los viernes en Zumba, en esa sí me esforcé, lo malo es que me salen igual de chaquetas.
¿Esa es mi vida?... ¡chá!
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1 comentario:
Jajajajaja, neta no pierdas ese estilo que te caracteriza al contar las cosas.
PD: Me debes una conversación cibernética, ¿hablaste a Centro?
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