lunes, 26 de mayo de 2014

Sáquenme de aquí

Hopelchén, Nuevo Campechito, Atasta, el Aguacatal, Isla Aguada, Sabancuy, Checubul, Chicbul, y Mamantel, además de Champotón, son nombres de poblados y municipios de Campeche que aún, dos semanas después de que vine a dar aquí, no puedo pronunciar sin cagarme de la risa. De hecho, mientras escribo estas líneas todos a mi alrededor me están viendo con cara de “qué pedo” porque no puedo contenerme la burla. Es más, cuando me agarre la PGR por alguna pendejada, que digan que soy Mario Manterola, alias “El Mamantel”.

Ya me adecué a la vida en la provincia (como si el DF fuera el primer mundo), ya hasta fui al cine y tengo hecha mi rutina de todos los días, que básicamente consiste en dormir con el ventilador puesto, aún de día, para no tener que soportar los golpes que le da el rencoroso sol a mis cachetitos, que se ardieron con una caminata que di el otro día a mediodía.

Bajé una aplicación a mi teléfono celular que me dice cuál es la temperatura real y la sensación térmica, además del pronóstico de los siguientes días y manda alertas en caso de que todo cambie intempestivamente. Pues esa madre apenas la prendí y empezó a vibrar a lo pendejo. ¡No mames! ¿Qué haces ahí?, me preguntó la chingadera, que no entiende en su lógica de ceros y unos cómo fui yo, un intolerante al calor, a dar a este sartén de fonda barata.

35 grados centígrados hace todos los días y de 28 no baja, cuando eso en el DF ya es cagarse de calor. Sin nada qué hacer, me pongo a hacer lo que me pagan por hacer, sin pensar en ir a turistear a esos parajes de chistoso nombre, porque si en Campeche, que es la capital, no hay ni putas madres qué hacer más que ver la vida pasar y esperar por el atardecer, en los pueblitos ha de estar más para meterse un tiro (repito: ya son 30 suicidios este año y es un problema de salud pública muy serio).

No sé dónde queda Fracciorama o la Colosio y no me importa, ya sé dónde está el estadio de Los Piratas, la plaza, los bares y el centro, con eso me basta, no necesito irme a perder a los barrios bajos donde tampoco pasa nada, porque todavía si hubiera el riesgo de que alguien me macheteara me tentaría un poquito ir.

Seguimos informando, aunque no sé ni para qué.

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