martes, 14 de enero de 2014

Los ricos también lloran

En medio de la más sucia y depravada pornografía dominical me encontraba yo (esa que incluye animales y a la mamá de Lucero), cuando un mensaje en Twitter, replicado por el siempre inútil de mi valedor Javier Risco (un cachetón que sale en la tele dando noticias chaquetas y en el radio con el Sopitas), me alertó sobre la presencia de un coche de la marca Ferrari (de los originales, no un Tsuru rojo con spoiler y calcomanía de caballito) incendiándose sobre Reforma, a la altura de Paseo de las Palmas.

¡No mames!, exclamé horrorizado, porque ni que fuera una combi con motor que se enfría a base de aire, sino una compleja máquina italiana que bien podría ser considerada una obra de arte, al conjuntar la potencia de un motor V12 con la clase que algo que cuesta cuatro millones de pesos debe tener, y que al final de cuentas vale madres en el primer tope o bache, porque circulan como a dos centímetros del piso.

Al momento de ver las fotografías en la red dejé lo que estaba haciendo y lo que me tenía tan apasionado, para salir corriendo y agarrar aunque sea mi ecobici para llegar a apagar el fuego aunque sea a escupitajos, para quedarme lo que quedara de él o por lo menos darme una vuelta, sin importar que el culo me quedara oliendo a humo.

Pero nel, ya no llegué. Para cuando me apersoné en la escena ya era de noche, ya no había Ferrari y hasta el pavimento habían limpiado. Ya ni para lamer el suelo que alguna vez pisó un verdadero automóvil.

¡Chá!

1 comentario:

Arevalo dijo...

¿Estarían filmando una película? :O