jueves, 23 de enero de 2014

Aváncenle jijos de la...

Un hombre de avanzada edad, que bien cabría en la definición de "venerable anciano", deshace sus puños tirándole madrazos furiosos al volante, antes de entrar en una fase superior de desesperación en la que su frente termina estrellándose en el claxon para tocar mentadas de madre cargadas de frustración sangrienta, al llevar hora y media parado en el Periférico con rumbo al norte, a la altura de la Feria de Chapultepec.

Como él, una larga colección de rostros compungidos y gestos de hartazgo a lo largo de varios kilómetros sumaban una cadena de odio tan grande como el boquete en Conscripto que cerró completamente la circulación en los carriles centrales, conmocionando con ello todo el poniente de la ciudad, desde más allá del Viaducto.

Yo, que venía en el sentido opuesto con rumbo hacia mi casa en el sur, procedente de amanecer en algún congal barato de Tultitlán, no me quedaba de otra más que burlarme de todos aquellos que lloraban de rabia al ver arruinado su día entero a causa de una fuga de agua. Lo malo es que yo no fui el único ojete que lo hizo, pues además de bajar la velocidad para ver el hoyo del otro lado, los de éste desaceleraban para agradecer en la jeta de los otros que no fueran los afectados, por lo cual también se hacía tráfico.

La lluvia de insultos terminó más allá de San Jerónimo, inexplicablemente porque habiendo tantas formas de evitar la zona y de enterarse de la bronca, todo el mundo insistió en pasar a huevo por el desmadre.

¡Chá!

No hay comentarios.: