domingo, 10 de febrero de 2013

Me dio frío

Ya los fui a ver y, la verdad, sí se me abrió el cutis. Iba yo muy sacalepunta, muy nalga, muy acá, con mis chacos y toda la cosa, dispuesto a entrar a la Dirección General del Colegio de Ciencias y Humanidades en Ciudad Universitaria abaratando porros como en la película de Matrix, hasta con acrobacias, haciéndola de a Charles Bronson universitario. Pero nel, nomás no se armó.

Me bajé del camión todo rudo, vestido completamente de negro, aflojando los músculos para que no me fuera a dar un calambre al momento de repartir las patadas, caminé con cara de malo y todos a mi paso me veían y decían “miren, ahí va un justiciero, pobre de aquel que haya cometido la ofensa que lo enojó tanto”, porque sí parecía que iba yo a violar a alguien.

Sin embargo, cuando llegué al meollo del asunto, me topé con una veintena de ñeros, greñudos, apestosos, con cara de vivo-en-la-Morelos-no-te-pases-de-lanza-o-te-clavo-el-filero, haciendo guardia y esperando tronarse al que se les pusiera enfrente, sea policía, militar o el mismísimo rector José Narro, supe que sería una misión complicada, por más clases de tae-bo y zumba que haya tomado con la vecina.

Por ello, reitero mi llamado a formar un grupo antiporril con todos los titulados de la Universidad que, como yo, estén hartos de que una bola de huevones ocupe las instalaciones bajo pretextos estúpidos como no querer tomar clases de inglés, escudados en la autonomía que prohíbe la intervención de la fuerza pública.

¡Uts!

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