miércoles, 17 de agosto de 2011

Lo que es el primer mundo

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, el Banco Interamericano de Desarrollo, el Fondo Monetario Internacional, la Unión Europea y mi mamá, coinciden en calificar a Chile (el país, no la verdura) como una nación de primer mundo; es decir, que no están tan jodidos como nosotros.

Lo anterior puede verse reflejado en su Producto Interno Bruto, su tasa de exportaciones anuales y en la clase de líderes sociales que poseen, porque mientras aquí las masas siguen el movimiento de Javier Sicilia, que la verdad se parece al abuelito de Heidi de la Pradera o al Señor Vitalis, el ruco que salía con Remi; los andinos tienen a Camila Vallejo, una dirigente estudiantil que ha protagonizado las protestas juveniles de los últimos meses en busca de reformas al sistema político chileno, que aún arrastra los remanentes de la dictadura pinochetista.

Muy lejos de parecerse a los Hermanos Cerezo, aquellos ñeros pseudo-estudiantes a los que acusaron de hacer estallar unos cajeros automáticos en 2001 y que ahora atienden una cafetería hippie y un cubículo simpatizante con las FARC en la Facultad de Filosofía de la UNAM, Camila Antonia Amaranta Vallejo Dowling sí terminó la carrera, dialoga con las autoridades y encabeza marchas mientras deleita al mundo con su bello rostro, que pese a tener una perforación en la nariz como prófuga de Pericoapa, presume finas facciones y unos ojos que lucen más sinceros que una flatulencia en una película de Leslie Nielsen. Tal vez ahí radica su poder de convocatoria.

¡Uts!