lunes, 13 de diciembre de 2010

Mentadas guadalupanas

La rueda delantera de una motoneta de esas que venden en Elektra, cuyo faro delantero roto fue hábilmente tapado por un ramo de flores y unos listones verdes, le dio un rozón a la llanta trasera de una bicicleta con el reglamentario envase de frutsi atorado entre los rayos, cuyo tripulante trastabilló y perdió el control para caer al pavimento mojado de Avenida de los Misterios, rompiendo así el cuadro que cargaba sobre su espalda al puro estilo pípila, e iniciando lo que pudo haber sido una auténtica guerra santa.

“Hijo de tu pinchi madre, fíjate culero por dónde vas, ya rompiste mi virgencita puto, ora me la pagas ojete”, profirió desde el suelo el afectado a manera de sermón, que ni Norberto Rivera pudo haber dicho en el punto máximo de su inspiración.

“Nel ira, te la pelas porque fuistes tú el que se amarró acá ñero”, respondió el otro al descender de su distinguido vehículo, de madrugada y en medio de la peregrinación a la Villa, provocando la furia guadalupana del ofendido, quien tomó uno de los pedazos del marco para intentar atravesarle las tripas a su agresor con él.

“Cámara, cámara ya estuvo barrio”, dijo un tercero anteponiéndose a la línea de los católicos madrazos, deteniendo el derramamiento de mole en nombre de la morenita.

¡Chá!, ¡yo quería ver sangre!

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