martes, 12 de agosto de 2014

Chinga tu madre Michael Bay

De entrada es una película sobre cuatro tortugas mutantes adolescentes ninja, es decir, uno llega al cine dispuesto a tragársela entera y sin hacer gestos, pero ese no es motivo para que un imbécil llegue y aproveche esa premisa idiota para tirar los recuerdos felices de la niñez al piso y mearse encima, tal como lo hizo Michael Bay, director de las películas de Transformers y productor y cerebro detrás de la nueva versión de Las Tortugas Ninja.

La cosa es sencilla: cuatro tortugas viven en las cloacas de Nueva York junto a una rata ninja, a todos ellos les cayó una sustancia que las hizo mutar en humanoides y con entrenamiento especial del roedor buscan defender a la ciudad del crimen organizado. En el camino conocen a una nalga que resulta ser reportera de un canal de televisión, quien les ayuda a esconder su identidad y viven aventuras bien chidas. ¿Qué tan difícil puede ser? Se han hecho dos caricaturas exitosas, una serie tipo Power Rangers y tres películas previas y todo estaba bien, hasta que llegó el baboso éste, cuya única película buena es Armageddon, a ponerle la cantidad exacta de caca a la historia para que hasta los que son fans de esa mariguanada digan "¡no mames!"

La protagonista es Megan Fox (April O'Neal) y una vez más, como lo hizo en Transformers, juega el papel de culo sin cerebro, sólo que en Las Tortugas Ninja ni siquiera luce como debería. En la película es una reportera que no sabe usar su teléfono celular, a pesar de trabajar en televisión y por lo tanto con imágenes, no aprovecha que está en una toma de rehenes en el metro para sacar la nota de primera mano de eso y prefiere corretear sombras, y resulta que ella inventó a las tortugas cuando era niña.

Incoherencias en la trama se cuentan por docenas, como el hecho de que Splinter aprendió ninjitsu de un libro que estaba en el drenaje, que se hizo enemigo mortal del Destructor apenas se encontraron, a pesar de que nunca se habían visto, contrario a la historia original de que mató a su dueño, un sensei ninja. Que el papá de April, un científico muy acá, le prendió fuego a su laboratorio para destruir la aberración que había creado sin antes poner a salvo a su hija de 10 años, y sobre todo que nadie tenga un motivo para ser bueno o malo.

Lo más peor es el diseño de los personajes, porque las tortugas dan miedo y deberían ser como bonachonas y simpáticas, tirándole a botargas, mientras que el Destructor es básicamente una navaja suiza son patas, además de que la rata Splinter tiene cara de puerco. Es así que una caricatura ochentera que hizo historia y aún gusta en una versión renovada con animación digital fue a dar a la basura y con ella mis ganas de vivir, provocando un deseo de cazar al pendejo de Michael Bay y meterle una de esas tortugas cocodrilo por el culo.

No hay comentarios.: