domingo, 10 de octubre de 2010

Facultad Covadonga

Cuando yo sea grande y tenga mi propio periódico, con subordinados a los que pueda humillar y latiguear con el cable del mouse de la computadora hasta que sangren, voy a ser conocido por todos ellos, más jóvenes y bellos que yo, como el “prófugo del Covadonga”.

Ya había quedado establecido que los periodistas más fregones de este país no salen de la UNAM, ni de la UIC, la UAM y mucho menos de la Septién; los auténticos profesionales de la comunicación egresan de la Cantina Dos Naciones, donde se forman verdaderos héroes de guerra.

Pero si ya lo que se busca es a un especialista, alguien que se la sepa de todas todas, un erudito en la materia, hay que ir al Salón Covadonga, que es donde los periodistas hacemos nuestro posgrado en las artes informativas.

La sala de prensa más grande de este país está en la calle de Puebla en la colonia Roma, entre Orizaba y Córdoba, donde se reúnen ya no cualquier reporterito boletinero pedorro y chayotero, sino auténticos jefes de información, directores palancudos y dueños de los medios picudos, con ganas de tirarse unas chelas y una paella grasuda para desquitar los sinsabores de la semana.

Dentro de poco, una nueva generación vendrá y se burlará de mi forma tan prehispánica de trabajar las noticias y dirán “aguas, ahí viene el Covadonga”.

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