miércoles, 18 de marzo de 2015

Todos son Carmen

Señores, chavos, rucas y demás liosos amantes de las teorías de la conspiración y las monas de zarzamora con chochitos: se la están jalando a un punto del arranque, le están viendo doce chichis a la perra y ya mejor rolen de lo que estén fumando para andar igual, porque ver en el despido de Carmen Aristegui de MVS un plan maquiavélico para acallar las voces críticas al gobierno es algo que simplemente se podría definir como “chaqueto”, no irreal, pero sí chaqueto.

Aquí el problema es ver a un periodista como la dueña absoluta de la verdad y peor aún es que ella se lo crea, como es el caso, pues Carmen (ói al igualado) toma el papel de la víctima de la censura, como si fuera uno de los cientos de comunicadores que han tenido que salir de Venezuela en la última década por miedo a morir por informar lo que el Chavismo no quiere que se sepa... ¡eso sí es censura y no succiones de miembro!

Lo que aquellos que quieren dinamitar un edificio en Mariano Escobedo no saben, es que MVS perdió más al despedir a Aristegui, pues esos cuatro puntos de rating todos los días no se lo darán ni Luis Cárdenas, ni Alejandro Cacho, ni Jesse Cervantes o Sergio Zurita. En ese sentido, sí, MVS era Carmen Aristegui, cosa que a ella no le ha caído el veinte, pues tiene su propio espacio en Reforma y CNN para seguir diciendo lo que quiera sobre quien quiera, aunque incluso ahí es sólo una empleada...

¿Ingenuo pensar que sólo se trata de un asunto laboral? ¡Sí!, como lo es también creer que Carmen Aristegui no responde a intereses políticos y está por encima del medio en el que trabaja. Ahora mismo, en este instante, varias empresas radiofónicas se están relamiendo los labios y juntando casi el millón de pesos que cobran ella y su equipo al mes por su trabajo, a cambio de más audiencia de la que tenía el 102.5 por las mañanas, que era más de la que juntaban en el 96.9 en W, de donde también se fueron hace unos años alegando una censura.

¡Chá!

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