Allá por el año 2003, mi amigo Alfredo y yo éramos una versión beta de Leonard Hofstadter y Sheldon Cooper, pero más chaqueta (adivinen quién era quién); un par de científicos ociociales enviados por la Universidad Nacional Autónoma de México a hacer una de esas apologías de la miseria que sólo sirven para cimentar las creencias de una bola de académicos fracasados que se escudan en ideas socialistas para ocultar su jodidés.
En el municipio de Chichihualco, Guerrero, nos encontrábamos analizando un rito remanente del periodo precámbrico-tardío-colombino-post-era-disco-a-go-gó, donde los pobladores danzan por las calles vestidos de animales a manera de ofrenda para que la cosecha de la temporada sea exitosa, que por más risible que suene, no es muy distinto a irse de rodillas a la Villa.
Cuatro tacos al pastor, dos chelas, tres kekas de hongos, un elote sin mayonesa y otro de mis clásicos berrinches después, decidimos clasificar la investigación bajo la etiqueta de “hueva extremosa”, por lo que abandonamos el estudio limitándonos a un texto de 200 páginas meramente descriptivo con una que otra foto de los nativos tomadas en beauty shot, las cuales por más esfuerzos de la lente carecían del “beauty”.
En algún punto de la historia, la ignorancia del indígena se transformó en ilegalidad transgresora, ya que de regreso a la base de operaciones (un pinche hotel culero que ni tele tenía en los cuartos) nos topamos con un lugar que con letras grandotas decía en la fachada “Burdel y Table Dance de el Jorge”. ¡Agüebo!
Como todo hombre de ciencia, decidimos ampliar la muestra de estudio hacia las putas locales, cuya variable debería de modificar la ecuación final… además ya llevábamos varios días ahí y la neta nos estábamos perdiendo el asco el uno al otro y las palabras se nos salían solas.
Sentados en la barra, chupando imitación de ron con jarrito de toronja en tarro de barro negro con forma de chichi y sin hielos, el congal exhibía sus mejores pieles curtidas por el sol guerrerense; algunas con huarache de llanta y otras descalsas con las plantas tierrosas, llenas de cayos y costras de mugre… pero sexys, eso sí.
Uno las esperaría en huipiles recortados a manera de minifalda, vistiendo coquetos aretes y pulseras de obsidiana o algo así, ¡pero nel! Las pirujas en todo el mundo tienen el mismo estilo barato de vestidos embarrados a manera de lodo en el cuerpo de los marranos, porque invariablemente deben tener las mismas lonjas que aparentan otro par de tetas extras, que yo creo que se las dejan para que te calientes más machín.
Dicha vestimenta o envoltorio dejaban ver unos pezones del tamaño de una salchicha de cocktail, aderezados con una aureola del tamaño de un mousepad, y si la tela de la prenda lo permite, se dejan asomar un par de pelos gruesos y tiesos como copete de PeñaNieto que nomames.
Si bajabas la vista tantito podrías observar un cuerpo en total simetría y equilibrio, ya que de lado tiene la misma cantidad de nalgas que de panza, que asemejaba una de esas esculturas del Paseo de la Reforma que se usan de banca. Igual de grotesca pero divertida.
Sus pinches rodillas todas pelonas, con raspones todavía abiertos a flor de piel; unas cicatrices en las espinillas como de jugador de futbol llanero pero ya veterano, producto de tanto hacer mamadas hincadas en el piso de tierra o de cemento sin aplanar. ¡futa qué excitante!
Esa cara como de cruza entre cabeza olmeca y artesanía de marcadito, se te acerca y te pide que le invites un trago con voz sepsi a las de “hola guapo” ¡nomames! Y tú nomás de pendejo porque es lo que hay, ni modos que busques una rumana con herpes como las de la Zona Rosa ¡pus’ no!
Les invitamos (porque eran varias) algo muy cabrón así como queriendo apantallar, pero pus’ cuál, ya lo más fino era el Azteca de Oro o una de Don Pedro, mismas que se chuparon como si fuera agua de horchata callejera en época de calores.
Ya entrados en sustancias (de las de échele más éter a mis hielos joven), llegó el momento de entrarle a los madrazos carnales y fluidosos con aquellos entes imitadores de féminas humanas, que como no traíamos condones ni una bolsita de cacahuates Nishikahua vacía que pudiéramos usar, nos iba a salir 30 varos más caro el brinco porque su tarifa subía si la montada iba a ser “a pelo”.
No pos’ que vas tú pimero güey, no pus’ que fue tu idea, no que tú estás más pedo, nel tú estás más feo, no pss que tú no hiciste lo que te tocaba de la investigación, no pus’ tú ya te chingaste tus viáticos, no que chingatumadre, nel que chingalatuya…
Pinches tan putos los dos a la mera hora se nos había abierto el cagón y lo peor era que ya estábamos en el área de los cuartos, que más bien eran como los separos de Ministerio Público en Iztapalapa. En eso que me empiezo a imaginar la criatura comechiles que podría tener eso entre sus piernas, con un clitorote con forma de churrumai (porque es un churrumai, dos churrumais), con unos pelotes como patas de araña pero al revés y lo peor… pasó por mi mente la posibilidad de engendrar una criatura indigenoide pero con mi carácter tan mamón.
De plano agarré y le dije “carnal, de pronto como que ya me volví abstemio”, pero no contaba con la resignación del buen Alfo, quien al momento en el que yo voltié, ya le estaba sumiendo las ideas a reatazos fúrcos como intentando reventarle las almorranas con el escroto, porque ya estaba hasta el sartén, o sea, estrellando los huevos.
Tras una reverencia que le hice en honor a su temple y coraje, regresé al hotel. Dos horas después, ya dormidito en mi cama, escuché como entró al cuarto y se jetió. Al día siguiente salimos rumbo a la ciudad de México y luego de dos meses se publicó nuestro gran análisis de la cultura popó guerrerense.
jueves, 27 de agosto de 2009
Sexo Indígena
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4 comentarios:
Pinche tan puto!
para colmo estudiantes de la cochina ciudad mexico donde son muy sucios y todavia vienen a burlarse de personas que tinen mas respto que el escribbio esto hojala frcases como investigador idiota imbecil
BASURA, BASURA, BASURA DE ESO HAY MUCHO EN INTERNET, LASTIMA DE "TRABAJO" BASURA
Exelente investigacion lastima que esta asi ya en todoslados
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