En un día de esos, harto de ensartar el chilacayote en kilos de cecina de Yecapixtla para expulsar de mis entrañas las extrañas cantidades de líquido del amor, de tantas que ya hasta llenaba botecitos de Yacult por las mañanas y los vendía cada domingo. En una de muchas horas perdidas frente al ordenador (de pornografía será, porque la música la tengo hecha un desmadre), buscando quién le limpie el moco al niño, una imagen en la ventanita del messenger del otro lado de la ciudad contestó afirmativa a la solicitud formal, directa, concisa y calentona de mantener conmigo un contacto cercano del tipo pornográfico.
Cáele, dijo, y entre que eran peras o manzanas o pedazos de chorizo con sebo rellenos de atole de avena con olor a pescado, ahí voy en el peugeot pisándole como energúmeno con la idea fija de entre más rápido más pronto la desflemación del cuaresmeño (que sí era cuaresmeño porque desde la cuaresma de 1997 nomás nada de nada), ya sea en su lomo adobado, entrañas, cavidad bucal o de perdis muy cerca de su persona de ella, aunque le manche el vestido, traje, playerita o pijama de winnie pohh…¡tota!
Minutos después ya estaba descarapelándole los tímpanos a claxonazos afuera de su casa para luego treparla como madrina de la SSP en el News Divine al coche y llevarla a un rincón cerca de cielo en un mirador o callejón oscuro y abandonado, lugar donde yo le tatuaría mi huella digital en el interior de su trompa de falopio.
Pérate pérate balbuceaba como desesperada ante mis intentos de succionarle el esófago a chupadas de lengua y premolares, cuando hallé el momento idóneo de proponerle una visita rápida a un hotel pedorro de Tlapan, que si fuera taquería de seguro se llamaría “el chancro de las ranas”. Ya prendida como boiler de condominio del infiernavit, con las ideas a punto de salirse por el ojo vengador de mi dedo sin uña con harta pus, renté un cuartito de a 200 varos el rato para dejarle Iridia la Salazar por el Kungfú.
En eso, ya con la luz prendida y en medio de un ataque se autorespeto, caí en la cuenta del mostro chichicaido-nalasplanas-pezónhotcakero-pataspeludas a la que estaba a punto de tumbarle la virginidad cicatrizada a literales vergazos. Tanto, que se me frunció el cagón y la sangre dejó de irrigarme la quetzalcóatl (serpiente emplumada… o empelada en su defecto), tanto que quedé como día de luto nacional; a media hasta.
Fue entonces cuando decidí aplicar la manterolinha y salir de la habitación tipo separo de la PGR con la excusa de haber dejado algo en el coche. Sólo se oyeron pasos presurosos por el pasillo, el cerrar de una puerta de coche, un motor que rugía y las llantas patinando alejándose del lugar, al puro estilo de escena de los Simpsons, dejándola sola, desvestida y muy alborotada.
¡Espero que haya chillado!
miércoles, 5 de agosto de 2009
De cuando me convertí en héroe
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3 comentarios:
Sopas!! Quién fue la que te hizo héroe? hasta que te hiciste hombrecito!!! Jajajajaja
jajajajaja
jajajajajajajaajaajajajajajajajajajajajajaajajajajajajajajajaajajajajajajajajajajaajaja eres un poeta de la naqués!
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