Mostrando las entradas con la etiqueta DiarioBasta. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta DiarioBasta. Mostrar todas las entradas

sábado, 10 de mayo de 2014

Y ahí murió

En la Junta Local de Conciliación y Arbitraje, esperando mi turno para firmar mi acta de defunción a cambio de unos cuantos varos, descubrí que en las situaciones más engorrosas las mujeres sacan todos sus talentos con el único fin de humillar al de enfrente y regodearse con la miseria ajena. En ese lugar a donde uno va a finiquitar relaciones laborales con o sin hacerla de pedo abundan, y en gran cantidad, lo que en el argot laboral se conoce como "culito oficinista"; morras en faldas de vestir cortas, tacones altos, pantalones repegados, blusas escotadas, sacos ceñidos, maquillaje pleno y una actitud que grita "¿con que me corriste puto? ¡Ahora ya no verás estas nalgas paseándose frente a ti todos los días!"

Lástima que uno como hombre, y uno no demasiado agraciado, no pueda hacer lo mismo sin caer en la putería descarada. En mi caso, el firmar mi salida del Diario BASTA!, medio en el que dejé los últimos cuatro años en los que podía denominarme "joven", sólo puedo restregarles a la cara el hecho de que perdieron a su mejor pluma (sí, así de pinche mamón ¿y?), su columnista político más leído (lamentablemente) y el único elemento que aceptó la mediocridad del trabajo realizado con el fin de cambiarla y hacer algo digno de un lector que paga hasta cuatro varos a cambio de leer algo con un poquito de dignidad y medianamente periodístico.

A mí, como al Chapo Guzmán, me pusieron. El pretexto fue una pendejada para ejecutar una orden de aquellos que ni puta idea tienen de lo que se trata este negocio y cómo sacarlo adelante, por eso es que el barco hace agua y navega directo a un arrecife de caca del que difícilmente podrá salir. Razones para sacarme a patadas sobraban, pero ignoraron la única por la cual todos en varios años se hicieron pendejos mientras yo le pintaba huevos a la cámara de vigilancia desde la que nos monitoreaba el jefe: que era el mejor que lo que hacía, cualquier cosa que se supone que yo hacía y por lo que cobraba.

En cambio, y a pesar de que no maduré en ningún aspecto personal, yo obtuve experiencia y habilidades que antes no imaginaba ni tener. A pesar de no poder presumirlo demasiado en mi currículum (porque qué oso que tu mayor logro sea haber sido jefe en el BASTA!), lo publicado bajo mi nombre mantuvo un estándar de calidad que fue en aumento constante, que sobrepasó por mucho a los que ahí se manejaron (así es, putos). La satisfacción del deber cumplido, con eso me quedo, y con el hecho de haber demostrado que mi presencia era fundamental para sacar esas páginas adelante, cosa que no le gustó al que se supone que ahí manda, pues su incapacidad para hacer lo que yo hacía hasta con las patas arriba del escritorio quedó demostrada ante todo el equipo, restándole autoridad hasta para mandar por un chesco al Oxxo.

De nada sirve gritarles sus precios a todos los que contribuyeron a mi caída, sobre todo a esa que va dos horitas a la redacción a hacer una paginita y cobra como la gran editora, sólo porque alguna vez se las dio al que manda (el mismo que me tronó). Yo llevo cinco días sin bañarme porque desde mi última jornada laboral no me he levantado del sillón en el que escribo estas líneas cargadas de odio y desesperanza, así que envídienme pinches esclavos.

En cambio, sí me gustaría enumerar aquellas personas que creyeron en mí y que aportaron algo para que ahora tenga algunas ofertas para ir a arruinar otros medios con mi cagante presencia, empezando por Gilberto Barrera, quien no solamente es la persona que más sabe de periodismo de espectáculos en el universo, sino que es un extraordinario líder al cual aprenderle todo y un gran amigo. Chucho Gallegos es otro de esos contactos que presumiré en mi Facebook, aunque también haya contribuido a mi derrocamiento, porque no sólo es el decano en este negocio del chisme barato, sino un anecdotario andante cuyas andanzas me piratearé en el futuro. Mi lista de valedores creció considerablemente, además de que lazos ya existentes se endurecieron tanto como los pezones del Fercho cuando se lo sabrosea el Ferlinguetti, a estos dos ya se les extraña, con todo y sus puterías.

Rafita Machete, el Gemi, el Edson, la Becsa, Eri, el Ernito, el José, el Beto, amigo Bertín, la Fer, la Palomares, el Serch, la Jessi (había como seis), Ariel, el Tarhugo (qué pahó cabróh), el otro Hugo, la Dancing Ai, Acevedo, Joel (ese sí ha de estar llorando por mí), Cachetón, Ingris, el Tontoño, Isra, el Dany grupero, Eder, la Marifer, el Llorch, el Piter y el Inge oaxaco (porque el otro era puto y me bloqueó el Feis), a todos gracias y chido banda... igual y hasta el Mole, pero ese culero al final ya me cagaba.

lunes, 5 de mayo de 2014

Si ya saben cómo me pongo, para qué me invitan

Desde que llegué a dejar el coche a un lote baldío señalado como estacionamiento por una cartulina fluorescente pintada con plumón dije ¡ya valió madres! Considerando que estaba yo en el centro de Ecatepec, desconfié del ruco que me dijo que ahí iba a estar mi vehículo seguro, que no había problema, lo que me hizo salir cada hora a ver si ahí seguía, aún con el riesgo de toparme un comando armado que me confundiera con uno de sus contrarios.

Una boda, una pinche boda y ahí estaba yo, vestido como monigote con ropa que ya hasta brilla por ser la única formal que tengo, sin mencionar que ya ni me queda y todo el tiempo me la pasé tratando de no flexionarme de más para no reventar las costuras en partes estratégicas de mi anatomía. No me pude negar y decir que me cagan ese tipo de eventos, porque, la verdad, me iría peor y ahorita estuviera escribiendo de cómo me madreó una morra de la mitad de mi tamaño.

Mi expresión se veía serena y por momentos hasta alegre, pero el temblor de mis ojos y lo apretado de la quijada evidenciaban que por dentro estaba gritando, con ganas de salir corriendo, mentarles su madre a todos e irme a ver cómo eliminaban al América. Pero ahí me quedé, posando para las fotos y disfrutando de mi arroz con carnitas, aunque sin salsa porque los condimentos estaban del otro lado de la mesa y me caga hablarle a desconocidos. Aguanté heroico el embate del ridículo constante, presente en cada inútil rito tradicional.

¡Uts!

jueves, 24 de abril de 2014

Infelices y nacos también

Ahora resulta que es noticia que los jóvenes capitalinos seamos infelices (oi al pinche anciano), tal como lo reveló una encuesta dada a conocer el martes, difundida ayer y retomada hasta hoy por mí, que son un huevón. Lo interesante y que sí es noticia es que, entre todos los motivos que hay en este mugroso pueblote para deprimirse, es la falta de instrumentos tecnológicos que les permitan estar conectados a internet, aunque la mayoría informe tener acceso a ese medio.

Es decir, que muchos de los morros andan de jeta porque no tienen una tableta, un teléfono inteligente, una laptop o una consola de videojuegos para andar subiendo selfis a Twitter o EzkRibirr Azi koMo rEtrAZaDoz en Facebook, donde convivirán más que en la escuela, además de que no tener esos dispositivos móviles les impide andar escuchando bachatas a todo volumen en el Metro o tomándole foto a sus tacos de canasta o hacer videos echándose un pedo en un encendedor para subirlos a YouTube.

En las cifras queda claro que en el DF se coge y mucho, además de que los chavos se drogan y chido, pero que les dé el bajón no tener un iPhone es otro motivo para deprimirse, más aún cuando la encuesta arroja que el 30 por ciento no tiene trabajo ni piensa tenerlo nunca.

Todo lo anterior, por lo menos para mí, que tengo menos de 30 y no puedo presumir ningún logro personal o profesional por falta de capacidad y talento, es un motivo más para jalarle al gatillo y tirolear la pared con mis sesos.

¡Chá!

martes, 15 de abril de 2014

Días de lucha

martes, 8 de abril de 2014

Empezó la locura

Ni las bolsitas de resistol, los chicles con cocaína, las chelas en bolsita o los panquecitos de mota fueron tan adictivos entre los niños y jóvenes estudiantes como lo será una nueva droga que a partir de ayer lunes comenzó a distribuirse por todo el mundo, la cual generará una gran derrama económica y una fuerte dependencia entre todos los pobres que resulten enganchados y que difícilmente se podrán zafar del nuevo mal: el futbol.

Fue este fin de semana que se distribuyó el álbum de estampitas del Mundial Brasil 2014 y en todos los puestos de revistas hay miles de millones de sobrecitos con cinco adhesivos cada uno, que por la módica cantidad de seis varos pueden pasar a formar parte de una colección que sale cada cuatro años, de la cual una multitud ansiosa esperará juntar los más de 600 rostros, hologramas, estadios y figuras, aunque eso cueste miles de pesos e ir a buscar jugadores en el mercado negro de los stickers.

El nivel de aprovechamiento en las escuelas comenzará a bajar, los niños no estarán más enfocados en las clases, sino en cambiar con sus compañeros las calcomanías repetidas, en salir a comprar más con el dinero que se supone es para la comida del recreo. Así será durante los próximos tres o cuatro meses, las banquetas ya comienzan a inundarse con chamacos haciendo truque y contando espacios vacíos. Aunque habrá uno que otro ruco, entre los que me incluyo yo, que despilfarrará más de una quincena en la pasión mundialista.

¡Chá!

jueves, 3 de abril de 2014

Estoy súper ofendido

Con la novedad de que Radio Trece, estación propiedad del empresario Carlos Quiñones y que se puede escuchar a través del 1290 de AM, festejó ayer su 20 aniversario de estar al aire. Para ello, reunieron a todos aquellos que han estado detrás de sus micrófonos a través de sus dos décadas de historia, desde Abraham Zabludovsky hasta Daniel Bisogno, pasando por Javier Solórzano, Chucho Gallegos y Freddy Gudinni, además de Carlos Loret de Mola, André Marín, Javier Alarcón y hasta el subnormal de Gusano Amorfo Infame.

El haberme enterado hasta cuando el evento terminó me tiene ofendido hasta los huesos, pues yo también formo parte importante de esa historia, con mis tres años laborados en esa mansión de la calle Emerson, en Polanco, aguantando hasta cuatro quincenas sin cobrar, turnos suicidas nocturnos con espíritus chocarreros incluidos, sin mencionar el acoso del Fabiruchis, que te chacaleaba con la mirada cuando ibas subiendo la escalera.

Sin embargo, me queda el orgullo de pertenecer a una gran escuela de talentos periodísticos y el recuerdo de aquellas fiestas de fin de año en las que terminábamos hasta nuestra madre y aún así seguíamos al aire, de la vez que transmití totalmente drogado desde el Vaticano una misa del Papa Benedicto XVI o cuando al final de las navidades agarrábamos a madrazos el arbolito, de las chelas en la cabina de grabación o el retrato que me robé de la doctora Diane Pérez o la moto en la que me rompí la madre.

¡Felicidades!

lunes, 24 de marzo de 2014

Un oasis en el desierto

Con todos los teiboldans de la ciudad cerrados por miedo a la mano represora del jefe de Gobierno Miguel Ángel Mancera, miles han tenido que aceptar lo patético de sus vidas y encerrarse en su casa a fantasear con mujeres a las que ahora ni siquiera pueden pagar por ver. Otros tantos se han dedicado a peregrinar por todos los tugurios en busca de ese placer perdido, con el riesgo latente de contraer Sida en los ojos al tener que ver a cada araña trepada en un tubo sin saber manejarlo.

Para todos aquellos, hay un lugar al sur de la ciudad que se arriesga y le escupe en la cara a Mancera Espinoza y su política represora de la carne. Se llama Chateau (se pronuncia "cható"), que en francés, supongo yo, quiere decir "pelos", o algo así. Está sobre Insurgentes Sur, casi al cruce con Barranca del Muerto, en la colonia Florida, donde las chicas bailan libremente y presumen su libre albedrío y con movimientos sugerentes dejan en claro que para hacerlo nadie les está poniendo una pistola en la cabeza... bueno, un arma de fuego.

Está bastante decente, las chavas son de siete a nueve de calificación, los pomos están medio manchados y los boletos andan arriba de los 200 varos, pero como no hay otras chichis dónde ir a restregar la cara en un cubículo oscuro, uno los paga gustoso, aunque haya que inyectarse penicilina en la mañana. Lo que pasa con los teibols es como lo que ocurre con el limón, sólo que hasta ahora no nos hemos quejado lo suficiente.

¡Chá!

miércoles, 5 de marzo de 2014

Justicia antes del sábado

El próximo sábado 15 de marzo se casará mi amigo Alfrodolfo (así le pusieron sus papás, yo qué) con su güera, y antes de que todo valga madres y me lo regañen por cualquier cosita, planeaba llevármelo este fin de semana al Queens (Insurgentes y Durango) a gastarme los ahorros de una vida en unas rusas de nalgas impresionantes y seis litros de pulque intravenoso, para salir al otro día reptando entre las calles de la colonia Roma y agarrar fuerzas para no desmayarse cuando el cura le pregunte si acepta ser tratado como un imbécil para el resto de su vida.

¡Pero no! Resulta que el Queens, el mejor maldito teiboldans de toda la ciudad, está cerrado a causa de la necedad de las autoridades capitalinas, que a pesar de ser perredistas piensan con más cerrazón que panistas del yunque, porque no pueden concebir la idea de que una mujer se gane el pan con el sudor de sus chichis al restregarlas en las caras de señores desconocidos por gusto y no porque las estén obligando a hacerlo.

El Gobierno del Distrito Federal, en su lucha a ciegas contra la trata de personas, está afectando no sólo a las mujeres y sus familias que viven de bailes eróticos en un tubo, sino también a los miles de parroquianos, como yo, que sólo buscamos un rato de sana diversión en oscuros lugares que, por cierto, sí cumplen con los lineamientos que marca Protección Civil para operar como establecimientos mercantiles. Creo que terminaremos en un Sanborns echándonos unas enchiladas.

¡Chin!

martes, 4 de marzo de 2014

Presos políticos, ¡libertad!

El domingo la policía trató de impedir, con balazos al aire y madrazos, una segunda manifestación callejera en apoyo al Chapo Guzmán en Culiacán, Sinaloa. Eso es vil represión y una violación a la libertad de expresión, de la que tanto se presume en este país y la que nos mantiene lejos de dictaduras como Venezuela y Cuba, además de que vulnera los derechos humanos y, sobre todo, constituye una tremenda hipocresía.

Sí, está mal apoyar a un criminal, por más beneficios que el dinero sucio haya traído a la comunidad, pero es, en esencia, lo mismo que marchar o plantarse en una plaza pública para exigir que no se apliquen exámenes a los maestros y que éstos puedan echar a perder a la niñez mexicana con su falta de preparación y aptitudes, pues muchos de ellos heredaron la plaza a pesar de no saber un culo de pedagogía.

Ambas posturas deben respetarse y tolerarse dentro de los lineamientos que marcan la ley (oi al pinchi abogado), es decir, dejar que salgan a la calle y griten sus pendejadas, pero cuando saquen sus machetes y pretendan cerrar una calle, tomar un edificio o agredir a terceros, ahí sí deben entrar los de azul a repartir toletazos a cuanto cabrón se encuentre haciéndola de pedo, cosa que tampoco se hace cuando se debería.

La actuación de la policía sinaloense el domingo sólo evidencia un mal que preocupa y ofende: la justicia en México es estúpida. Luego por qué los acusan de represores, cuando en realidad son una bola de jotos.

¡Chá!

lunes, 3 de febrero de 2014

Aún no lo puedo superar

El pecho flácido de Miguel Ángel Mancera es traumático, es como una idea suicida que no puedes sacarte de la cabeza, como el antojo de una embarazada que no es saciado. Esa imagen, en la que el jefe de Gobierno del DF demuestra que en su primer año de gestión se la ha pasado tragando pozole de chivo y ha olvidado el ejercicio que le dio la buena forma que lo llevó a ganar sin discusión la elección pasada.

Mancera Esoinoza es, sin duda alguna, el Edgar se cae de la era moderna. Han pasado cuatro días desde que el mandatario se sacó la chichi para que su secretario de Salud lo vacunara contra la influenza y los chistes no se han agitado y habrá para toda la semana, desde los comparativos con Sabrina Babrök hasta los sostenes con photoshop, pasando por las burlas a su cara de menso mientras le va entrando la aguja a la flácida carnita de su brazo guango de tortillera.

Sin embargo, lejos de enojarse o dejarlo para que se olvide con el tiempo o con la llegada de algún otro personaje patético, sus chichis de gordo deberían ser una oportunidad para revivir su popularidad, que tan decaída está. En un país en la que estar bien marrano es la constante, Mancera debería ser ese ejemplo de superación para todos esos viejos guangos que ya se resignaron a aplaudir con sus carnes cada vez que corren detrás de la combi, demostrando que se puede regresar de la obesidad y, si le echa más ganas, podría también en poner en orden este mugrero de ciudad.

¡Chá!

jueves, 23 de enero de 2014

Aváncenle jijos de la...

Un hombre de avanzada edad, que bien cabría en la definición de "venerable anciano", deshace sus puños tirándole madrazos furiosos al volante, antes de entrar en una fase superior de desesperación en la que su frente termina estrellándose en el claxon para tocar mentadas de madre cargadas de frustración sangrienta, al llevar hora y media parado en el Periférico con rumbo al norte, a la altura de la Feria de Chapultepec.

Como él, una larga colección de rostros compungidos y gestos de hartazgo a lo largo de varios kilómetros sumaban una cadena de odio tan grande como el boquete en Conscripto que cerró completamente la circulación en los carriles centrales, conmocionando con ello todo el poniente de la ciudad, desde más allá del Viaducto.

Yo, que venía en el sentido opuesto con rumbo hacia mi casa en el sur, procedente de amanecer en algún congal barato de Tultitlán, no me quedaba de otra más que burlarme de todos aquellos que lloraban de rabia al ver arruinado su día entero a causa de una fuga de agua. Lo malo es que yo no fui el único ojete que lo hizo, pues además de bajar la velocidad para ver el hoyo del otro lado, los de éste desaceleraban para agradecer en la jeta de los otros que no fueran los afectados, por lo cual también se hacía tráfico.

La lluvia de insultos terminó más allá de San Jerónimo, inexplicablemente porque habiendo tantas formas de evitar la zona y de enterarse de la bronca, todo el mundo insistió en pasar a huevo por el desmadre.

¡Chá!

miércoles, 15 de enero de 2014

Vienen las autodefensas

San Lorenzo Tlacoyucan es la tierra de la nada (en realidad quiere decir en náhuatl "lugar lleno de hierba"), un pueblo perdido y olvidado en la delegación Milpa Alta, de esos que no se cree que todavía pertenezcan al DF y a eso que llaman Ciudad de México. Está sobre la carretera a Oaxtepec, arriba en el cerro, donde ya ni nopales hay, se llega mucho después de pasar San Pedro Atocpan, capital mundial del mole, y antes de Sana Ana Tlacotenco (donde yo nací), que aunque ese se ve más lejos, está más cerca al centro de la demarcación. Ahí, donde las aves van a morir, acaba de ocurrir una masacre que advierte lo que viene.

El lunes, un campesino asesinó a sus tres hijos y a su esposa para después volarse la cabeza de un escopetazo al estilo Kurt Cobain. No fue un hecho que deba pasar desapercibido en las páginas de nota roja de los periódicos, pues las causas distan mucho de la locura y se acercan más a la realidad nacional. Según dicen, el asesino-suicida estaba siendo extorsionado por un grupo delincuencial mediante llamadas telefónicas que lo amenazaban con muerte si no pagaba por la protección a su familia y, como no tenía lana, decidió acabar con todos.

Durante los últimos años ha aumentado la presencia de grupos armados en la región, que si bien no son tan visibles como en otros estados, la cantidad de gente que se queja por el acoso que reciben da cuenta del problema que se avecina, el cual puede desembocar en algo como Michoacán.

Víctor Hugo Monterola (sin ningún parentesco, además de que mi apellido se escribe con "a" y no nací con un cromosoma de más), Francisco García y José Luis Cabrera Padilla, los tres últimos jefes delegacionales en Milpa Alta, han dejado crecer el problema del crimen organizado en la región más alejada y olvidada del Distrito Federal, que al aún ser una zona rural es susceptible de presentar ese tipo de problemas sin que nadie se entere.

Desde hace años, por lo menos un sexenio completo, varios han sido los comerciantes de pueblos como Santa Anta Tlacotenco, San Lorenzo Tlacoyucan y San Juan Tepenahuac que han denunciado que grupos de hombres armados se han presentado en sus negocios, desde carnicerías hasta puestos de tortas, para exigirles el pago de una cuota por protección argumentando ser miembros de un importante cártel, antes eran los Beltrán Leyva y ahora son Los Zetas, lo cual es atemorizante por la alta probabilidad de ser cierto, pues la región está en los límites con el estado de Morelos, tierra históricamente azotada por narcos.

El multihomicidio del lunes pasado, en el que un hombre mató a su familia por la desesperación de pagar los 300 mil pesos que una voz en el teléfono le pedía, es claro ejemplo de ello y de cómo las autoridades locales no están preparadas para enfrentar un problema similar, al preferir evadirlo pensando que por ser una demarcación tranquila de nopales y vaquitas nada tan horrible puede llegar a pasar.

¡Uts!

martes, 14 de enero de 2014

Los ricos también lloran

En medio de la más sucia y depravada pornografía dominical me encontraba yo (esa que incluye animales y a la mamá de Lucero), cuando un mensaje en Twitter, replicado por el siempre inútil de mi valedor Javier Risco (un cachetón que sale en la tele dando noticias chaquetas y en el radio con el Sopitas), me alertó sobre la presencia de un coche de la marca Ferrari (de los originales, no un Tsuru rojo con spoiler y calcomanía de caballito) incendiándose sobre Reforma, a la altura de Paseo de las Palmas.

¡No mames!, exclamé horrorizado, porque ni que fuera una combi con motor que se enfría a base de aire, sino una compleja máquina italiana que bien podría ser considerada una obra de arte, al conjuntar la potencia de un motor V12 con la clase que algo que cuesta cuatro millones de pesos debe tener, y que al final de cuentas vale madres en el primer tope o bache, porque circulan como a dos centímetros del piso.

Al momento de ver las fotografías en la red dejé lo que estaba haciendo y lo que me tenía tan apasionado, para salir corriendo y agarrar aunque sea mi ecobici para llegar a apagar el fuego aunque sea a escupitajos, para quedarme lo que quedara de él o por lo menos darme una vuelta, sin importar que el culo me quedara oliendo a humo.

Pero nel, ya no llegué. Para cuando me apersoné en la escena ya era de noche, ya no había Ferrari y hasta el pavimento habían limpiado. Ya ni para lamer el suelo que alguna vez pisó un verdadero automóvil.

¡Chá!

lunes, 6 de enero de 2014

Estúpidos Santos Reyes Magos

En estos días de hueva y decadencia navideña reviví mi fanatismo hacia las Adolescentes Mutantes Tortugas Ninja, gracias a las largas sesiones de rascamiento testicular frente a la televisión, sintonizada indistintamente en los canales 5 y Nickelodeon, lo que me sirvió para olvidarme de lo miserable que me hacen sentir estos días en los que todo el mundo está feliz creyendo que tienen méritos suficientes para seguir viviendo.

Pese a que en la nueva versión de mi caricatura favorita de la infancia les cambiaron el nombre a los personajes y en vez de ser Leonardo, Donatello, Rafael y Migue Ángel, ahora son Leo, Donnie, Raph y Mikey (porque nos vale madre el arte renacentista), revivió en mí la necesidad de poseer las figuras de acción, también llamados "monitos", para jugar a los chingadazos en la alfombra de mi sala, y por ello me lancé a buscarlos a la juguetería más cercana.

Amarga decepción me llevé al descubrir que en todas las tiendas, hasta en la que anuncia Mamá Lucha y los tianguis más piojos, estaban agotadas las figuras de las Tortugas Ninja por culpa de los malditos Reyes Magos, que se apañaron todos los juguetes buenos y en los estantes dejaron puros Max Steel, que son para niños con tendencias homosexuales.

Hace 20 años esos estúpidos me privaron de tener a las cuatro al traerme pura ropa bien culera y ahora, que ya tengo dinero para comprármelas, me la aplicaron otra vez. Y luego que no se encabronen porque digo que no existen.

¡Chá!

miércoles, 13 de noviembre de 2013

El perro de la Supermana

Sentado hasta el extremo derecho de la segunda fila del teatro y con la función por comenzar, uno de los espectadores que recién iba llegando reconoció al güey que estaba a mi lado y fue a saludarlo, obligándome a inclinarme un poco para no interponerme en el encuentro, sin saber que se darían un beso tronado justo en mi nuca, provocándome un escalofrío que me partió en dos la columna vertebral hasta sacudirme la punta de la uña del dedo gordo de ambos pies.

Fue en ese momento que caí en cuenta que me encontraba rodeado por eso que se conoce coloquialmente como la comunidad gay, pues estaba yo a punto de ver una función especial de la obra Animal...es, con la Manigüis y la Supermana como invitadas de honor para hablar de su experiencia con las mascotas y la importancia de respetar los derechos de todos los seres vivos para estar bien como sociedad. ¡Ay perra!

A los cinco minutos de iniciada la obra yo ya estaba zurrado de la risa, sobre todo cuando Carlos Manigüis Rangel saca su voz de hombre para decir ¡¿qué me ves puto?!, para momentos después chillar como nena cuando Daniel Vives la Supermana muestra las urnas con las cenizas de su perro y su gato, acompañadas de fotografías y música para aflojarte el corazón. También salió Mama Mela y una imitadora de Verónica Castro, que espero que esa sí haya sido mujer, porque debo confesar que se me antojó bien canijo. Al final la obra cumplió su cometido, ya que llegué a casa a abrazar a mi perro.

¡Uts!

sábado, 9 de noviembre de 2013

A ver si sísierto

De acuerdo con un estudio realizado por unos poblanos sin quehacer en una universidad ahí chafona, los tacos al pastor y las flautas tienen mayor valor energético y menos grasa que algunas barras de cereales que se comen los mamones para hacer dieta, lo que consuela a miles de gordos frustrados con sus guangas carnes y da pie a estudios todavía más chaquetos.

Uno de ellos, a propósito del tema, es la encuesta que hizo el periódico Publimetro entre sus lectores para encontrar a la mejor pinche taquería de toda la maldita ciudad, dando como resultado la Selene, que se encuentra en la colonia Anzures, atrás del Hotel Camino Real, sobre Leibnitz, al lado de El Fogoncito, que también son tacos, pero mucho menos chidos y sin algo a enfatizar.

Uno no tendría que dudar sobre este tipo de análisis sobre el quehacer culinario de los chilangos, pero el Publimetro, al ser un diario gratuito que se reparte sólo en colonias nais a güeyes hipsterosos que andan en coche, hace que la muestra no sea tan representativa y, por lo tanto, obligan a hacer un segundo diagnóstico para comparar con aquellos de zonas ñeras con sazón, a las que difícilmente un mamón de la Condesa se metería.

En los próximos días tendré que ir a calar el pastor de la Taquería Selene, en una intención estrictamente científica, para ver si sisierto que están muy chingones, o de plano los hipsters no saben nada de la vida y se dejan llevar por el hecho de que Luis Miguel ha comido ahí.

¡Chá!

jueves, 31 de octubre de 2013

Con harto pasto y llorona

Hoy los trompos están a media espada y el fuego es lento. Los ojos lloran y eso que la orden va con muy poca cebolla. Todo se servirá con una sola tortilla, no por un afán de hacer dieta y guardar la línea, sino en señal de luto, ante la muerte del creador de todo, el maestro de maestros, el responsable de la grandeza de la gastronomía de este país y los altos índices de obesidad mórbida entre la población.

En la ciudad de Berlín, Alemania, Murió el turco Kadir Nurman a los 80 años de edad, considerado el inventor del taco al pastor. La historia dice que a mediados del siglo pasado, este hombre tuvo la idea de utilizar un asador vertical para preparar el kebab con carne de cordero, que es el platillo tradicional de la comida turca.

La técnica del trompo de carne salió de Berlín Occidental y se extendió hacia el resto del mundo, llegando en la década de los sesenta a México, en donde los güeyes del restaurante de El Tizoncito se adjudicaron la invención del platillo y se han encargado de lucrar con ello, aunque la verdad están bien pinches sus tacos, insípidos y mal cocidos, con una salsa que parece vómito de crudo en sábado.

Descanse en paz el genio, que seguramente nunca se dio cuenta de lo importante de su aportación y mucho menos pudo sacarle el provecho que merecía por haber hecho felices a tantos millones a través de la historia, aunque aquí se le haya añadido la tortilla, el cilantro, la cebolla, el limón, la sal y la salsa.

¡Uts!

martes, 29 de octubre de 2013

La mugre chillona

Puedo soportar que me cobren 225 varos por boleto, más el cargo por el servicio del Ticketmaster y una cuota extra por la posibilidad de recogerlos en el establecimiento que más me plazca. No tengo ningún problema con estar dos horas formado en el frío nocturno en espera de poder entrar. Considero que las pequeñas pangas en medio de oscuros canales de fango son algo a lo que desde niño estoy acostumbrado y no me incomodan en lo absoluto. El ponche aguado y los atoles rebajados son algo con lo que puedo sobrevivir dentro de un espectáculo público, pero que me quieran ver la cara de ignorante y naco, eso ya calienta.

El espectáculo de La Llorona, que este año cumple dos décadas de presentarse en el embarcadero de Cuemanco, al sur de la Ciudad de México, es un espectáculo más lamentable que ver a un chemo haciéndola al faquir acostándose sobre vidrios rotos de botella de caguama en el Metro, tanto, que incluso justificaría el trato discriminatorio que se les da a los indígenas en el país.

En una islita entre las chinampas de Xochimilco, a la que llegas en trajinera, se monta una coreografía de danzantes concheros, igual a la que se arma todos los domingos en el Zócalo para los turistas gringos, y esa es gratis, o a la que se rifa un chavo en el semáforo de División del Norte y Torres Adalid para ganarse unas monedas, sólo que en La Llorona es en medio de lucecitas de colores, una pirámide hechiza y embarcaciones a punto de hundirse.

El espectáculo de La Llorona, que se presentará todavía hasta dentro de dos fines de semana en el embarcadero de Cuemanco, es la muestra más clara de que a los mexicanos nos gusta regodearnos en la porquería que somos como pueblo, resaltando las carencias que tenemos y colocándonos siempre en el papel de víctimas, para justificar de alguna manera lo patético de nuestras acciones, en un afán de aminorar las derrotas.

En la trama, si es que a eso se le puede llamar trama, llegan los malditos españoles a Tenochtitlán a saquear todo el oro de los pobrecitos mexicas, que son un pueblo bueno de sabiduría milenaria que los recibió con los brazos abiertos, dispuestos a compartir algo de su riqueza cultural, basada en unas piedrotas, sin saber que se los terminarían agandallando, gracias a una mujer traidora, que pagará con la muerte de su hijo su atrevimiento y por el que penará por toda la eternidad. ¡Ay mis hijos!, grita, aunque sólo se le haya muerto uno.

Para empezar, los que poblaron estas tierras hace 500 años eran unos ojetes, que vivían de someter a los pueblos vecinos y por eso nadie los quería, razón por las que los tlaxcaltecas se aliaron con los conquistadores para derrotarlos. No eran una sociedad avanzada en lo absoluto, pues todavía eran, en esencia, cazadores y recolectores, pero los ponen muy nalga para que uno sepa que sus antepasados no eran igual de patéticos que los actuales mexicanos. En resumen: todo mal con La Llorona.

¡Chá!

viernes, 25 de octubre de 2013

El escuadrón de cholos

En la estación del Metro Auditorio, seis güeyes de cabeza pelona, ropas guangochas, cicatrices sobre tatuajes malhechos en cada superficie visible de piel, paliacates en la cabeza, tenis sin agujetas y con actitud de "yo si quiero te mato y te violo antes para que sufras", se treparon al vagón en el que apaciblemente venía leyendo mi Condorito y escuchando el disco Uno entre mil de Mijares.

Estratégicamente, aunque todos entraron por la misma puerta, se repartieron a lo largo, para que nadie se les fuera a querer pasar de lanza. El que me tocó a mí, que era el más grande y feo de todos ellos, hasta me pidió de la manera más atenta que me quitara los audífonos para que lo oyera cómo me vendía unas paletitas de sandía con chile, bien horribles, de a dos por diez varos, los cuales pagué gustoso, porque el ofrecimiento traía implícito que de negarme terminaría con una navaja oxidada en el páncreas.

Pero yo, en un afán de llevar a cabo mi labor informativa y sintiéndome muy la reata, que saco mi teléfono para tomarles una foto y denunciar el hecho a Joel Ortega, el director del Metro, para que esos ñeros no sigan lucrado con el terror que provoca la cara que diosito les dio. Sin embargo, oh estupidez mía, no me di cuenta que no le quité el flash y evidencié mi atrevimiento. Afortunadamente los güeyes venían muy drogados como para percatarse, y de esa forma me evité la penosa necesidad de partirles su madre a todos cuando me reclamaran.

¡Chá!

lunes, 21 de octubre de 2013

Más pinchis días de rock

Cinturita y caderotas, castaña clara de proporciones perfectas y 19 años (más me vale), repegándoseme en un baile erótico y sudoroso hasta escurrir, en el que aunque no quisiera le agarraba alguna de sus partes pudendas sin protestar o siquiera poner resistencia, y a pesar de toda esa belleza, de alguna forma no me la estaba pasando del todo bien.

El concierto de Muse, la banda británica que toca bien chingón, fue la confirmación de que ya estoy bien pinche anciano, no porque sea un grupo que oyen en su mayoría quinceañeros conmovidos por letras con cierto grado de cursilería y algo más de fantasía cósmica (sin contar que sus canciones salen en todas las de Crepúsculo), sino porque como que ya me da oso andar brincando con el puño en lo alto y un celular en la otra mano durante los toquines.

Al principio me dejé llevar, tanto que la corriente humana me acarreó hasta enfrente del escenario, desde donde se ve bien guapo el Matthew Bellamy y ya no me pude regresar al sitio en el que los de mi edad disfrutan de esos eventos, que es hasta atrás, a la orilla de la multitud, para poder sentarse y escuchar la música con atención.

Pero ya estando ahí, en el faje colectivo de miles de adolescentes extasiados por la música, no tuve de otra que dejarme llevar, aprovechando el hecho de que yo era el único caliente al que le importaba más ver qué agarraba que cómo tocaban los de los instrumentos, con todo y su pirámide de pantallotas súper acá.

¡Chá!