viernes, 13 de mayo de 2011

Pelea de perras

Un perrito tamaño llavero se canturrea alegremente en el piso de la calle de Génova, en el centro de la Zona Rosa. El pequeño animal no puede evitar poner su carita de león mientras hace del cuerpo sin prejuicios sobre una de las vías peatonales más transitadas de la ciudad. Al otro extremo de la correa, un alegre jotito extrae del ajustado bolsillo de su más ajustado pantalón una bolsa para recoger las heces de su mascota y depositarlas en el bote, demostrando así su civilidad, pero sin darse cuenta que mientras lo hace,el diminuto can continúa descomiendo a sus espaldas.

Ambos continúan su caminata con un coqueto andar meneando las caderas, dejando tras de sí un minúsculo pero consistente pedazo de caca, que al cabo de 20 segundos es pisado por otro delicado hombre que, para su mala fortuna, ese día eligió un par de sandalias de cuero, manufacturadas por algún fino diseñador italiano, mismas que quedaron arruinadas por los desechos orgánicos olvidados en la loza.

“Ay pinche puerca”, le grita a lo lejos a manera de reclamo, provocando la ira del autor de ese bodrio que ahora yace embarrado en unas chanclas de dos mil pesos, quien desde la distancia le contesta “puerca tu abuelita”, frase que caló hondo en la víctima que no pudo correr por lo resbaloso de su calzado.


¡Chá!

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