martes, 3 de mayo de 2011

Enviado a Roma

Tras echarse unas pizzas y unos chescos de lata en un puesto callejero afuera del Castello de San Angelo, un joven matrimonio avanza entre la multitud congregada a lo largo de la Via de la Conciliazione en busca de llegar a la Piazza di San Pietro, donde en unos momentos más el papa Benedicto XVI anunciará la beatificación de su antecesor, Juan Pablo II.

Aplicando chilanguismos clásicos como el “compermiso, compermiso, va por ahí, viene el golpe”, se abren paso entre la eufórica gente que agita banderas e imágenes con el rostro del sumo pontífice por encima de sus cabezas. Uno que otro codazo, pisotón y hasta la típica advertencia de “ahí va el agua”, logran llegar al centro del lugar, para no perderse ningún detalle del show.

Al instalarse, sofocado por el esfuerzo de abrir a tantos fieles gracias al entrenamiento que le dieron tantas colas de las tortillas, amontonamientos en la estación del Metro Pino Suárez y seis ediciones del Vive Latino, él se abre la chamarra y deja ver el amarillo de una camisa del América de la temporada 2002, misma que llevó hasta tierras romanas para poner a prueba la santidad del llamado Papa Peregrino.

Horas después, el poder milagroso del polaco surte efecto, logrando la calificación del Ave con una victoria sobre los Pumas.

¡Amén!


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