Pasó más de un año desde la última vez que llegué a la H. Facultad de Ciencias Políticas y Sociales a las siete de la mañana. Ese viernes lo hice bao la excusa de ver a mi asesora de tesis (uts!). Y se notó que hace rato no me paraba por ahí porque me pasé dos salidas en el camino para llegar, por no decir que verdaderamente me perdí a lo güey, “¡ah chingá! ...era allá atrás” repetía mientras lastimosamente equivocaba el rumbo.
En fin, en el estacionamiento ya no hay pluma y todo el mundo puede entrar y salir sin restricciones, el tráfico en el periférico está más de la reata que nunca, y para acabarla de amolar hace frío, por lo que me quedé jetón en el coche hasta que dieran las ocho, práctica que parece que ya no está ‘in’ porque todo el mundo que pasaba se me quedó viendo... ¡cha!
A las ocho agarré y fui a dar el rol por la explanada, no sin antes toparme en la rampa con mi cuate, que digo mi cuate, mi hermano, mi carnal, mi brother... ¡El Moñoño!... Para quien no lo conozca, el Moñoño es un güey con cara de menso, lentes, acné, pelo corto al estilo Hachita Ludueña pero con copetito, tartamudo pero con aires de grandeza, que siempre usa pantalón de vestir acampanado, portafolios de imitación de piel en vez de mochila, zapatos en dos colores como de golfista, e invariablemente (y de ahí su apodo) un moño en el cuello, parece salido de una mala telenovela juvenil, es el estereotipo del nerd, y lo peor es que él así es, así se viste, todo es natural, ¡es un personajazo! Bueno, el chiste es que me lo encuentro y me saluda de lejos, a lo que amablemente correspondí con un modesto ‘quiubo’, pero este cabrón no sé qué siente cada vez que lo saludo (será porque soy el único que lo hace) que él se siente obligado a contarme su vida, que en ese momento se tradujo en su agenda del día, semana y del mes, así como una detallada exhibición fotográfica en su cámara de una maqueta que hizo en su casa. Por cierto, me contó que está haciendo prácticas en la sección Internacional del Universal, ya me imagino qué desmadre, por lo que si alguien lo ve por ahí... métale unos sapes en la nuca y unas guajoloteras por favor.
Al seguir subiendo por la rampa, me topé con los desafortunadamente clásicos posters de eventos babosos, de esos que dan cuenta de conferencias del Mosh y esas mamadas, y una muy buena que invitaba a entender la situación política venezolana en voz de su embajador en México ¡nhombre sí voy a entender un chingo! ...sobre todo de un enviado de ese aspiranteaVicenteFernándezdictadorojete. Más arriba había una pinta en una pared que decía: “La calma del momento contiene en potencia la insurrección del mañana” ...¿no adoran?
A un lado en lo profundo estaba la banca donde solía juntarme con la banda, ahí donde jugábamos poker, armábamos la peda, hacíamos hoyos en el jardín para echar el golfito, y un día hasta lanzamiento de bala hubo, ahí donde una vez se nos escapó Rivera Calderón para irse a fumar un toque con los mariguanos (los cuales ya tampoco están), ya ni mi graffiti de V.I.P. en letras doradas existe, pero me queda el consuelo de que ahí donde vomitó el Marco después de haber tomado orines de una seudo caguama ya no creció jamás el pasto. Saludos a la bandera donde quiera que estén.
Y hablando de ellos, ¡todavía vive el Tacho! ...y está igual de cagado que siempre. Agradable sorpresa la de ver todavía estudiantes rezagados de mi generación. Al igual que Tachidito también me saludó una morra que cuando la vi dije “sí le daba... otra vez”, y cuando se me acercó olí un aroma que hace mucho no percibía, la verdad sentí ganas como de que me ordeñaran. Luego apareció el Cheve y nos fuimos a desayunar, también estaba un güey güero que quién sabe quién era pero me hizo ver que mi dominio absoluto de la lengua de Cervantes ya no era tan chido, porque al contar una anécdota con alto contenido erótico homosexual sobre un viaje en un tsuru, repetí la expresión ‘elhijodesuputamadre’ como 20 veces. Después de eso me largué, no sin antes darme cuenta de que al ya no venir a clases, hay muchas marmotas sin clasificar, así como también pude constatar que yo antes tenía bonita letra por lo que pude ver en mi antiguo cuaderno de apuntes que azarosamente llevé para cubrir cualquier imprevisto.
¿Chido no?
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