lunes, 25 de febrero de 2013

El fantasma Dos Naciones

En la Casa de los Azulejos hay un espectro que sabrosea meseras en la cocina, en la Catedral Metropolitana merodea la Dama de gris y en la Alameda Central rondan los espíritus de los integrantes del Batallón de San Patricio, fusilados ahí en 1847 durante la intervención estadounidense. Son historias y mitos de espantos conocidos en el Centro Histórico de la Ciudad de México, a los cuales se les suma uno más: el fantasma Dos Naciones.

Cuenta la leyenda que desde hace pocos días se le ve rondar por la calle de Bolívar, también adentro de la famosa cantina y congal. Sentado en la barra, dicen que pasa las noches en pena, con un trago en la mano y hablando incoherencias mientras hace ademanes con la otra. Creen que fue torero porque ese es su tema favorito, aunque quienes saben afirman que es un simple villamelón.

Un aire frío acompaña su presencia, se aparece de repente, ignora a las ficheras que por 30 varos se regalan durante los tres minutos que dure la canción, pues añora un amor perdido, el cual, según dicen, era una güerota que lo abandonó después de que él lo perdió todo a causa de su ambición e incapacidad.

Triste y desolado, quienes lo han visto afirman que más que miedo, su figura, acabada y con cara del perro Droopy, pero moreno y anciano, da lástima. No hay conjuro para librarse de él como con otros espantos, sólo hay que dejar que por su propia voluntad se vaya, aunque tarde unos minutos o dos años en darse cuenta que es sólo un muerto.

¡Chin!

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