A Germán Dehesa yo lo vi por primera vez en una transmisión de Juegos Olímpicos por Televisa pendejeando sutil y elegantemente a Rebeca de Alba y desde ahí me cayó bien el viejo.
Ya después me obligaban a leerlo en la escuela y poco a poco le empecé a agarrar el gusto a su columna diaria, la cual era muy entretenida casi siempre y ahora que me toca a mí hacer este pobre intento de lograr lo mismo, me doy cuenta de lo grande que era ese señor.
A diferencia de otros escritores que se han ido de este mundo en fechas recientes, a Don Germán no le colgaron banderas políticas o lo vincularon con una corriente partidista o filiación ideológica en específico, sino al contrario, en su ataúd sólo pudo apreciarse una camiseta dorada de los Pumas de la Universidad, el equipo de sus amores y la pasión, a parte de las letras, a la que le entregó la vida.
Sin gente que se rasgue el pellejo y se dé de latigazos por su partida, Germán Dehesa es reconocido primero por la calidad de su pluma y lo que plasmó con ella, antes de cualquier postura que haya adoptado en vida, y qué bueno.
Ahora la única duda que me queda es saber si Arturo Montiel, con todo y su cara de rata de tianguis, ya podrá dormir tranquilo sin nadie que lo esté fregando todos los días. Espero que no.
martes, 7 de septiembre de 2010
Ángel Caído
Posteado por Mario Manterola a las 8:38 a.m.
Etiquetas: DiarioBasta
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario