La fe que mueve montañas es imbécil, ciega el hombre, lo hace creer en imposibles más allá de lo imposible, lo hace vulnerable a los peligros del mundo, y lo más importante de todo, la fe jamás prepara al hombre para la derrota.
Uno cree ciegamente en los ideales, olvida que también existe la posibilidad de la derrota, que aunque históricamente pasa más seguido, son borrados por el hambre de triunfo.
...¡Bueno ya! Perdió el América, chinguen a su madre todos
martes, 29 de mayo de 2007
Acostumbrémonos
Posteado por Mario Manterola a las 10:35 p.m.
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