lunes, 9 de enero de 2012

Lucecitas en el cielo

Desde que se inventaron las redes sociales se acabaron las conspiraciones. Eso descubrieron los que se iban a manifestar en contra de la Estela de Luz cuando el presidente Calderón la inaugurara, sin pensar que lo haría el sábado en la noche, adelantándose así a sus macabros planes en Twitter para boicotearla, argumentando los mil millones de millones de millones de libras esterlinas que costó.

Ese monumento a la virilidad de los mexicanos (sobra decir qué es lo que parece) se ve en el horizonte de Reforma, sin distraer demasiado la atención de los automovilistas para no provocar accidentes, porque sus caras luminosas apuntan hacia los costados, convirtiéndose así en un punto de referencia para los capitalinos. Aunque los que vienen por Circuito sí se pueden dar en la madre por estar viéndola.

¿Para qué sirve? ¡Ni puta idea! ¿Qué simboliza? ¡Un chile parado! ¿Está bonito? ¡Prendido en las noches se ve de pocamadre! Pero lo mismo pasa con la Torre Eiffel en París, la Estatua de la Libertad en Nueva York, el obelisco en Buenos Aires o el reloj de Pachuca (jajajajajaja); son meros adornos para que la ciudad se vea menos peor, porque al ver esa madresota se te olvida que ahí junto hay un pinche bachesote.

Quién pensaría que el Monumento a la Revolución, ideado hace más de 100 años por Porfirio Díaz como sede del Congreso, sería el punto en donde la oposición reaccionaria convocaría a sus huestes para tirarle calabaza al gobierno en turno. Quién sabe, alomejor dentro de unos años la Estela de Luz será en lugar donde celebren los triunfos de la selección de futbol.

¡Chá!

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