En esta ciudad no hay trabajo más arduo que aquel que desempeñan ciertos elementos de la Dirección de Tránsito de la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal, quienes están especializados en el arte de introducir sus cabezas a los automóviles que son detenidos en los puntos de revisión del programa Conduce Sin Alcohol para averiguar si el chofer a ingerido bebidas embriagantes o no.
Parecería cualquier cosa, pero es una labor que requiere de meses de entrenamiento policiaco bajo las más rigurosas técnicas científicas, consistentes en meter al recluta en cuestión a un pequeño elevador con tres hombres obesos, de los cuales uno se tirará un pedo después de tragarse unas habas con chile, y la misión del aspirante en cuestión es averiguar con el puro olfato quién de ellos fue.
Según mis fuentes al interior de la dependencia capitalina, estos agentes deben cumplir con un requisito primordial: estar familiarizados con los gestos, reacciones y comportamientos de un briago al volante, para lo cual son seleccionados de entre lo más profundo de los escuadrones de la muerte de la llamada “secreta” (por Secretaría, no vayan a creer otra cosa), o en otras palabras, a los tiras más pedotes los mandan a olerte en el alcoholímetro porque, en teoría, ya se la saben.
¡Salud!
domingo, 30 de enero de 2011
Los Huele-Pedos
Posteado por Mario Manterola a las 7:40 p.m.
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