Una gasolinera en el municipio de Yautepec, Morelos. Mi madre y mi hermano se bajan a la tienda a comprar paletas y unos refrescos. Mi papá pide combustible al despachador y le solicita que le haga una factura.
El gasolinero, un venerable anciano como de mil 176 años de edad, al ver el RFC se quita los lentes y hace un esfuerzo por leer las minúsculas letras. Después de un rato y una vez que el tanque de la camioneta se llenó, admite que le es imposible descifrar el mensaje.
– No, esque está cabrón – dice – es de tanto forzar la vista que ya me quedé ciego
– Sí, a mí me pasa igual – contesta mi apá – de tanto forzar la vista… ¡pero en el Mama Mía!
miércoles, 4 de agosto de 2010
Es Real
Posteado por Mario Manterola a las 8:17 p.m.
Etiquetas: Crónicas del Mama Mía
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