domingo, 25 de enero de 2015

Las joyas del tianguis

Mi muy depurado instinto periodístico (sí, ese que me llevó a buscar la felicidad durante meses en la selva del sureste mexicano para regresar y dedicar mi vida a las drogas depresivas) me condujo al tianguis de Santa Cruz Meyehualco, en Iztapalapa, a investigar la presunta, muy presunta, venta clandestina de tabletas electrónicas de las que regala la SEP a los chavitos de quinto año de primaria y televisiones de las que da la Sedesol para el apagón analógico, a módicos precios y nuevas de paquete... pero no encontré ni madres.

Lo que sí encontré, fueron unos tenis Nike pocamadre (creo que así se llama el modelo) a mitad del precio de la tienda, justo de mi número y sin señales de que le hayan cortado los pies a nadie para obtenerlos, porque hasta en su cajita venían, quiero pensar que se cayeron de un tráiler o algo parecido. También un par de camisas para ir a tirar rostro, marca Lacosteña, Andoencombie y Aerocostale, además de chones y calcetines, de los que aguantan las uñas largas.

Y ya cuando me iba, a lo lejos unas nalgas me sedujeron, eran las del jefe Bruce Springsteen en la portada de su disco de 1984 Born in the USA, cuyo acetato me costó 50 varos. El vendedor, al detectar a uno de los pocos fans del ídolo de New Jersey, me jaló en privado para ofrecerme el Tunnel of love de 1987 ¡autografiado! Tras cinco minutos de negociación, cuatro micro orgasmos, una consulta rápida en internet sobre la autenticidad del producto y dos gritos contenidos, me fui a mi casa con una joya de coleccionista, que en ebay está en 20 mil pesos.

¡Uts!

miércoles, 21 de enero de 2015

Yo no soy turquesa

Yo pensé que era porque andaba en mis días, que ya me estaba entrando la menopausia o simplemente era el hecho de que perdió el América contra Xolos por un penal que Oribe Peralta falló, pero no, mi mal humor y esas ganas de romper cosas se debían a que las campañas políticas han comenzado y no se puede ver u oír nada en los medios sin que salga algún spot a zurrarse sobre uno.

De entre toda la bola de inútiles que me echan en cara que viven mejor que yo gracias a mí, hay unos que no solamente merecen perder el registro como partido político, sino que los agarren del pescuezo, los volteen, les metan un paraguas por la cola y ya estando adentro se los abran, porque aparte de no tener nada qué aportarle al país, hacen los promocionales más ridículamente castrosos de la galaxia.

Nueva Alianza, el partido de Elba Esther Gordillo, planea salvarse del descenso a la segunda división de la política con una campaña en la que enaltece a los maestros que lo conforman, en un momento en el que el magisterio es peor visto en México que el ébola en África, por todo el desmadre en Guerrero y Oaxaca, con su líder en la cárcel por corrupta y ya sin el caliente de Gabriel Cuadri a la caveza. Por ello están destinados a perder su tajada del presupuesto y para hacer menos dolorosa su caída recurren a coloquialismos que por nosotros los chavos (oi al ruco) son vistos como una invitación a mearse sobre ellos.

¡Chá!

lunes, 19 de enero de 2015

Ya que se arme la campal

El viernes en la tarde, un llamado de emergencia interrumpió una gorda de carnitas con cisticerco que estaba acortando mi vida un par de años, porque se soltó el rumor de que el parque Luis Barragán, que está detrás de la plaza comercial Grand Pedregal, iba a ser el escenario de una batalla campal entre chavitos fresas, niños bien, mirreyes y papaloys de diferentes escuelas particulares, que desde hace años se traen ganas para definir quiénes son los más afectivos de la zona.

Como hormiga al llamado de la caja de zucaritas que se derrama y gobernado por mi infinito instinto periodístico, llegué ahí en unos 15 minutos o menos, ávido de ver cómo se rompían las uñas y se arañaban las medias una bola de mocosos juniors queriéndose sentir bien malotes como si estuvieran en un baldío de Ecatepec o Neza, delimitando su territorio para que las morritas nais mojaran sus tanguitas viendo a sus hombres perder el estilo... pero pus nel, puro pájaro nalgón y nadie se apareció en el campo de batalla, donde ya hasta palomitas y chesco había comprado.

El anuncio de una golpiza colectiva entre escuelas ricachonas del Pedregal está desde que yo iba en el CCH-Sur (de cuando había Playstation 1) y hasta el momento no se ha dado. Tanto ahora como en mis tiempos (ya tengo la edad suficiente como para decir eso), el plan de la banda de la UNAM ha sido llegar sin invitación a la madriza y abaratar parejo, demostrando que para partirse la madre hay que ser barrio y para ligarse a unas morras a punta de sangre y mocos, también.

¡Chá!

miércoles, 14 de enero de 2015

No la van a armar

Un cosquilleo en el rostro me despertó a las cinco de la madrugada, varias horas antes de lo acostumbrado. Al intentar despabilarme, noté que toda la jeta estaba entumecida, al igual que mi brazo al tratar de rascarme lo que al cabo de unos minutos, cuando recuperé algo de movilidad, resultó ser un moco cristalizado sobre mi labio. Al principio creí que se me había subido el muerto, como en otras ocasiones que los tacos de composta con peyote de Doña Pozoles me caen pesados en la cena, pero al final resultó que era el frío invernal chilango y mi tendencia a destaparme las cobijas cuando sueño con morras lo que me expuso a la hipotermia.

Para mi fortuna, soy un huevón confeso e incorregible, sin la menor intención de irme de este mundo dejando un cadáver sano; lástima para aquellos que prometieron, se juraron a sí mismos y ante Dios, que iban a ponerse a hacer ejercicio para eliminar aquello que los hace ocupar dos asientos en el pesero en vez de uno, porque ellos sí tendrán que batallar, además de con la hora, con el frío en la cara al querer darle una vuelta a la pista, o el aire gélido que se cuela por el pants hacia los genitales cuando se sale hacia el gimnasio.

Las bajas temperaturas de los últimos días en la Ciudad de México sólo servirán para que el propósito de bajar de peso tampoco se cumpla este año. De todos modos no lo iban a lograr y sólo les servirá de pretexto.

¡Chá!

lunes, 5 de enero de 2015

Reyes en quiebra

El año pasado, como producto de mis traumas infantiles por los regalos que nunca me trajeron los Reyes Magos, me compré la colección completa de muñecos de Las Tortugas Ninja, con todo y el mono morado genérico que ningún niño quiere, sólo para tenerlos ahí en mi librero y celebrar que ahora tengo dinero para disfrutar de la niñez que mis papás fueron incapaces de darme (sí amiguito, tus jefes son Santa y los Reyes, que no se hagan güeyes), aunque yo ya esté más viejo, acabado y obsoleto que el PRD.

Este año no pude resolver otra de mis tantas heridas mentales porque los videojuegos están más caros que hace 20 años (chale, sí que estoy anciano) y porque no hay varo que alcance para andar de infantiloide cuando el litro de gasolina está en casi 14 lanas y el dólar en más de 15, y es preferible tener combustible para atravesar la ciudad que un control de Nintendo en forma de volante para sentir que vas manejando el carrito de Yoshi en el Mario Kart.

Un niño promedio no entenderá por qué le regalaron un Tetris chino de tianguis en vez de un PSP Vita o un GameBoy Pokemón Diamante de edición especial (existe, no lo estoy inventando), por eso es mejor enseñarle que el mundo es cruel y la economía más, dejándole claro que si le echa un poco de ganas y no la riega en el camino, cuando crezca y trabaje podrá comprarse juguetes de los chidos, aunque todos lo miren como un ñoño... eso o pagar por sexo.

¡Chá!

domingo, 4 de enero de 2015

¿Propósitos de Año Nuevo?

El lunes la vida comenzará más temprano. El despertador sonará por ahí de las cinco de la mañana y aunque suene una de Luis Miguel, en la mente de quien la oiga parecerá la de Rocky, porque servirá de motivación para abandonar el confort de la cama, calientita después de toda una noche de pedorrearla con la digestión del recalentado, y salir a hacer el oso tratando de cumplir el propósito que no se cumplió en los últimos 16 años y que muy probablemente dentro de dos semanas sumará un nuevo fracaso: hacer ejercicio.

Ya sea en la pista con grava de un parque público o la banda sinfín de la caminadora de un gimnasio muy acá, a los 15 minutos el pulso se acelerará hasta el límite del infarto, los pulmones colapsarán y las terminales nerviosas harán corto circuito como diablito de tianguis, en señal de que toda una vida de sedentarismo y hueva no se cura con un buen propósito de Año Nuevo, aunque haya sido un trote de apenas un kilómetro de distancia.

Lo que viene a continuación es más divertido: cuando los atrofiados músculos comienzan a relajarse se genera un escozor en la piel, que primero es como esa sensación chistosa de hormiguitas y luego de convierte en un ataque de picotazos de alacrán duranguense, después viene un dolor en las articulaciones provocado por el ácido úrico, alebrestado por el repentino movimiento intenso del puerco humano. Al día siguiente las piernas dolerán de las nalgas al tobillo y será momento de rendirse y aceptar la triste realidad de la obesidad comodina.

¡Chá!