miércoles, 27 de agosto de 2014

Sírvame otro thinner con hielo

"Por ti, dejé de hacerle gestos al tequila", dice un rolón de la Banda La Trakalosa de Monterrey, que sólo por esa primera estrofa debería ser considerada un himno al despecho de las mujeres del nivel de 'Ella', de José Alfredo Jiménez, esa en la que se cansó de rogarle y de decirle que sin ella de pena muere... ¡ajúa!

"Por ti, mi orgullo se ahogó en una botella", dice la segunda estrofa de esa obra maestra del alcoholismo por desamor llamada 'Borracho de amor', que suena hasta el cansancio en todas las estaciones gruperas que hay en el cuadrante de la radio nacional, que son tantas como muertos en el sexenio de Felipe Calderón (quizás exagero, pero nomás tantito). A pesar de llevar un rato ya circulando por todos lados, su poder etílico la tiene arraigada en el hígado de los mexicanos, que casi no buscan excusas para beberse hasta el agua de la taza del baño cuando una mujer los (nos) manda a la fregada.

"De bar en bar me voy bebiendo tu recuerdo", es otra de las frases con las que se consolida en el olimpo de las rancheras que se cantan al final de cada fiesta, ya cuando uno espera a que salga el sol para no ser atrapado por el alcoholímetro. No le pide nada a "Mujeres divinas" de Martín Urieta pero inmortalizada por Vicente Ferández, aunque a los oídos de alguien no entrenado por el Bacardí y la botana batata pudiera sonar como inferior, sólo por ser una canción que se cataloga dentro de lo "grupero".

Quizás lo único que le falta a 'Borracho de amor' de La Trakalosa es, como el buen chupe, añejarse tantito para ser asimilada hasta por esos pretenciosos que le hacen jetas a todo lo que suene a pesero pero que en el fondo y en sus listas de reproducción de sus iPods traen la discografía completa de Pepe Aguilar, Jorge Negrete y hasta Javier Solís, considerados pilares de la música popular mexicana, de esos que se encuentran en acervos y engalanan homenajes en Bellas Artes. Nos vemos en un karaoke de Coyoacán dentro de 20 años y confío en que ya todos se la sepan para no hacer el oso yo solito.

martes, 12 de agosto de 2014

Chinga tu madre Michael Bay

De entrada es una película sobre cuatro tortugas mutantes adolescentes ninja, es decir, uno llega al cine dispuesto a tragársela entera y sin hacer gestos, pero ese no es motivo para que un imbécil llegue y aproveche esa premisa idiota para tirar los recuerdos felices de la niñez al piso y mearse encima, tal como lo hizo Michael Bay, director de las películas de Transformers y productor y cerebro detrás de la nueva versión de Las Tortugas Ninja.

La cosa es sencilla: cuatro tortugas viven en las cloacas de Nueva York junto a una rata ninja, a todos ellos les cayó una sustancia que las hizo mutar en humanoides y con entrenamiento especial del roedor buscan defender a la ciudad del crimen organizado. En el camino conocen a una nalga que resulta ser reportera de un canal de televisión, quien les ayuda a esconder su identidad y viven aventuras bien chidas. ¿Qué tan difícil puede ser? Se han hecho dos caricaturas exitosas, una serie tipo Power Rangers y tres películas previas y todo estaba bien, hasta que llegó el baboso éste, cuya única película buena es Armageddon, a ponerle la cantidad exacta de caca a la historia para que hasta los que son fans de esa mariguanada digan "¡no mames!"

La protagonista es Megan Fox (April O'Neal) y una vez más, como lo hizo en Transformers, juega el papel de culo sin cerebro, sólo que en Las Tortugas Ninja ni siquiera luce como debería. En la película es una reportera que no sabe usar su teléfono celular, a pesar de trabajar en televisión y por lo tanto con imágenes, no aprovecha que está en una toma de rehenes en el metro para sacar la nota de primera mano de eso y prefiere corretear sombras, y resulta que ella inventó a las tortugas cuando era niña.

Incoherencias en la trama se cuentan por docenas, como el hecho de que Splinter aprendió ninjitsu de un libro que estaba en el drenaje, que se hizo enemigo mortal del Destructor apenas se encontraron, a pesar de que nunca se habían visto, contrario a la historia original de que mató a su dueño, un sensei ninja. Que el papá de April, un científico muy acá, le prendió fuego a su laboratorio para destruir la aberración que había creado sin antes poner a salvo a su hija de 10 años, y sobre todo que nadie tenga un motivo para ser bueno o malo.

Lo más peor es el diseño de los personajes, porque las tortugas dan miedo y deberían ser como bonachonas y simpáticas, tirándole a botargas, mientras que el Destructor es básicamente una navaja suiza son patas, además de que la rata Splinter tiene cara de puerco. Es así que una caricatura ochentera que hizo historia y aún gusta en una versión renovada con animación digital fue a dar a la basura y con ella mis ganas de vivir, provocando un deseo de cazar al pendejo de Michael Bay y meterle una de esas tortugas cocodrilo por el culo.